ORIGEN DEL MAGISMO

Por Nicomedes Zuloaga P.

La magia, según algunos orientalistas, se refiere a la gran ciencia. Era considerada la ciencia sagrada, la que podríamos identificar con el Arte Real. Para los egipcios la magia se refería al culto de sus dioses y se adquiría por medio de ese culto. El “Libro de Los Muertos” se reduce a un tratado de alta magia. Así mismo, en la iniciación en los misterios de Osiris, los iniciados, recorrían un camino desde la muerte iniciática hasta la reconstrucción del ser uno. Para los egipcios, el profano ya estaba muerto. Su ser se había fraccionado, perdiendo su unidad. El proceso iniciático pasaba por la reconstrucción de los pedazos del ser (los yoes) desparramados por el mundo. El mito de Osiris habla por si mismo. Osiris había sido asesinado por su hermano Set quién repartió sus miembros y los ocultó en todos los rincones de la tierra para que fuese imposible su reunificación. Evidentemente, se refiere a esa multiplicidad de yoes que componen el alma del profano. Antes de convertirse en un verdadero mago, la personalidad del individuo se encuentra fraccionada y sus partes son desconocidas para el individuo. Seguir leyendo ORIGEN DEL MAGISMO

ABELARDO EL CASTRADO

Por Nicomedes Zuloaga P.

Buenos Aires, como Madrid y otras ciudades de Europa tiene  cafeterías en cada esquina. Una tertulia reciente, de esas que se desarrollan en alguna “confitería” del “Barrio Norte” derivó, primero, con Augusto, hacia nuestras experiencias infantiles o juveniles que pudiésemos identificar con lo ontológico. Después de “fatigar” como diría Borges, más allá de umbrales oníricos, o visiones de la muerte inminente, con su sensación de tiempo detenido y otras historias, verdaderas o falsas, sobre atropellos y crímenes perpetrados por alguna “autoridad constituida” y consideraciones sobre la justicia, encallamos, al fin, en tres conceptos que, por trillados, no dejan de ser interesantes: las diferencias entre un teólogo, un filósofo y un alquimista. No nos referíamos a las diferencias entre estas tres, digamos, artes o disciplinas, sino al hombre que ejerce alguna de las tres ¿profesiones? o dos de ellas, o las tres, si fuese posible. Al final, me quedé pensando en la Edad Media y la injusta leyenda del oscurantismo. Y en la historia de Pierre Abelard y, con esta, surgió el tema del amor, esa locura que todos creemos conocer y definir.

Al día siguiente nos reunimos, en Pasadena, nombre de la confitería, con Juan Manuel y Catalina.

Se me ocurrió afirmar que si la teología estudia las propiedades de Dios, el teólogo parte de la creencia o convicción de la existencia de Dios o de los dioses y el filósofo intenta llegar a lo mismo por medio del pensamiento. Seguir leyendo ABELARDO EL CASTRADO