AMOR EN LIBERTAD

Por Nicomedes Zuloaga P. (Arkaúm)
EL AMOR EN LIBERTAD
El adulto que intenta iniciarse en el dibujo tiende a reproducir formas que se basan en el concepto o el modelo que su mente imagina. Así, la persona tiene una idea preconcebida de la forma de la nariz, por ejemplo, e intenta dibujar esa forma. Tiene un modelo racional de lo que cree que ve o de la forma que el objeto tiene. Esto está archivado, por decirlo así, en el hemisferio izquierdo del cerebro. Este hemisferio es ¨ racional ¨ en el sentido del pensamiento memorístico. Una de las técnicas más eficientes para aprender a dibujar es hacer una trampa a este hemisferio izquierdo y utilizar el derecho en su lugar. Así el aprendiz de dibujante plasmará en el papel, no la imagen preconcebida, el modelo, sino lo que realmente ve. Si el aprendiz es un adulto e intenta dibujar algo tratará de plasmar el concepto que tiene de la cosa y no lo que observa. El dibujo, indefectiblemente, aparecerá como una imagen infantil, sin fuerza, caricaturesca. Será un pésimo dibujo. Un ejercicio que todos pueden hacer para comprobar lo que digo es, por ejemplo, intentar dibujar una fotografía con alguna imagen sencilla. Verán el resultado. Después, pueden intentar dibujar la misma imagen colocándola invertida, verán que el dibujo será mucho mejor. El aprendiz le ha hecho trampa al hemisferio izquierdo y se ha visto obligado a dibujar utilizando el derecho. Otra manera de estimular el hemisferio cerebral derecho es utilizando la mano izquierda. Si la persona es zurda, el experimento debe realizarse al contrario.Algo parecido ocurre en nuestra vida diaria. Tenemos archivado en nuestro hemisferio izquierdo toda clase de preconceptos sobre infinitas cosas, relaciones, actividades, formas, preceptos morales, supuestas fórmulas para solucionar problemas, conceptos de presuntos problemas o situaciones fastas o nefastas. El hemisferio izquierdo usurpa así todas las funciones y pretende explicarlo todo racionalmente y de manera preconcebida. Sin embargo, la realidad, en sus niveles más sutiles, escapa a la razón modular de los conceptos. El mundo del arte es uno de los ejemplos más evidentes de esa percepción de la realidad que está, más allá de los conceptos y de la llamada razón. Si queremos hacer un buen dibujo, debemos prescindir de nuestros conceptos y trascenderlos.
Con el amor y las relaciones ocurre también otro tanto. De allí que, en otras oportunidades he afirmado que, el amor no es nada de lo que creemos. No es un sentimiento, ni una emoción, ni una moral o una ética, no está enmarcado en ningún concepto archivado en nuestro hemisferio izquierdo. El verdadero amor no pertenece al mundo de la cultura y nada tiene que ver con el romanticismo. No es definible y se relaciona más con el silencio y con el detener el flujo de esa actividad incontenible de los pensamientos y las imágenes contenidas en la mente racional. El amor es una experiencia ontológica que está ligada al encuentro con el Todo. Con la plenitud y el regreso a la unidad del silencio. Es en el amor, más allá de nuestro miedo a la soledad, al temor de que las cosas ¨ no sean cómo son ¨ donde encontramos verdadera paz y sosiego. La unión con el Todo que se experimenta en el amor, podemos identificarla con el conocimiento del Dios. Pero el amor no es algo que podamos definir, racionalizar, como solemos hacerlo y, a veces, debemos, a la hora de decidir el tipo de relación que queremos establecer con otra persona. Me refiero a esos conceptos sociales que nada tienen que ver realmente con el amor, como lo es el matrimonio, la convivencia, la monogamia, la familia etc. Todos esos conceptos responden a la necesidad de establecer un orden, un control, pero nada tienen que ver con el amor que sólo se manifiesta en la fuerza de la vida cuya manifestación única en el mundo visible es la sexualidad que mantiene la vida misma en el universo. El encuentro con el amor ocurre sólo en el instante en el cual nos unimos al Todo, cuando desaparece el ego y los conceptos, cuando nos entregamos verdaderamente y, en esa fusión con la otra persona, desaparecemos como personalidad y nos fundimos con el universo.
El amor se experimenta sólo en el orgasmo, cuando se detienen todos los pensamientos y se alcanza el climax. Toda técnica de meditación pretende recrear ese instante de infinita paz. Detener la máquina del pensamiento. Entregarse a la experiencia orgásmica de la unión de manera consciente y voluntaria. La calidad de esa entrega está determinada por el nivel de despertar de aquellos que lo experimentan. De allí que el tantrismo y también la alquimia, pretenden mostrar un camino para extender en el espacio-tiempo, de allí que, lo que para un ser primitivo es sólo un instante, para el alquimista es espacio-tiempo, paralelo y eterno. El ser evolucionado, construye ese espacio vacío y se hace libre. De allí que la experiencia en la senda de los misterios, puede trascender, entre otras cosas, la exclusividad que a veces pretende la llamada ¨ moral ¨ del hombre común. Moral que cambia de una sociedad a otra y de un tiempo a otro. Esa moral es geográfica y está limitada a una época determinada. En cambio, las leyes que rigen el universo, son eternas y válidas para el universo entero. En el silencio de un estado de éxtasis y de amor, de un prolongado orgasmo, el tiempo se detiene y también nuestros pensamientos. Allí se manifiesta esa unión con lo que algunos llaman Dios.
Me parece que debemos intentar vivir la experiencia del amor en libertad y en conciencia. Por eso, me parece que el que pretende avanzar en el camino de los misterios debe atreverse a dibujar con el modelo invertido para trascender el hemisferio izquierdo y acercarse, al verdadero arte, con el hemisferio derecho de nuestro cerebro. Tomar lo que nos ofrece el momento presente, más allá de los convencionalismos. En una época se predicaba el amor libre como camino espiritual. Considero que no era un mal camino. El sida destruyó esa filosofía de libertad que proponía la paz. Lamentablemente este camino fue corrompido por el consumo de drogas y por la inconciencia. El camino de los misterios es un camino consciente, pero valiente. No es un camino fácil, ni exento de peligros. Suele ser una marcha a contrapelo del pensamiento profano. Hay que vencer los miedos. El miedo a la soledad nos paraliza. Si estamos conscientes, y elevamos nuestro despertar, si nos acercamos al amor en libertad, más allá del egoísmo, quizás descubriremos que, aunque no tengamos una pareja, en términos convencionales, podemos acceder al amor sublime y a la sexualidad consciente. Que podemos amar en libertad y tener sexo consciente, podemos alcanzar la plenitud sin tener una ¨ pareja ¨. Vivimos una era de gran libertad y comunicación. La vida ciudadana y multitudinaria tiene algunas virtudes. Podemos atrevernos a ensayar diferentes caminos en la ruta de la expansión de la conciencia en libertad hasta encontrar la plenitud interna, más allá de los miedos y las imposiciones de una sociedad con reglas de convivencia siempre cambiantes. Hoy día, somos libres de reencontrarnos y la vida puede ser un laboratorio para el crecimiento permanente. El amor tiene que ver con la libertad y con la paz, no con la represión y con la dependencia. Tiene que ver con la unión con el Todo.

Arkaúm.