ARTISTA, EL BUSCADOR ERRANTE

Por Nicomedes Zuloaga P. (Arkaúm)

NAPOLEON GRAZIANI
En un País tan exagerado y calumniador. Tan dado a lo superficial e intrascendente. A lo inmediato. Al desprecio de lo que pretende profundizar y penetrar más allá. Napoleón toma el camino del arte conceptual cuando pensábamos que el arte conceptual, concretamente el arte cinético, estaba ya muerto y enterrado, o casi muerto. Es valiente. El verdadero artista es un buscador errante. Busca en su arte las respuestas que escapan, muchas veces, a las trampas del intelecto.

Busca en un trazo, en la estética o en un espacio, en la sombra y la luz lo que su propia sombra y su luz todavía no alcanza. O más allá, manifiesta lo que su mundo interno ha desvelado. Lo comparte silenciosamente con un observador que, sin saber cómo, se conecta en el numen, la magia y el poder interior del artista.
La obra de Napoleón, en un principio, se calificó de Cinética. Algunos pensaban que se parecía a la obra de Soto y, desde allí inició su búsqueda. Recuerdo que, en una oportunidad, con motivo del cumpleaños de un amigo común, Soto me explicó su proceso en los siguientes términos. “Después de la obra de Malevitch y Mondrián, que termina en blanco sobre blanco, el arte conceptual había llegado a un aparente camino sin salida. Ese arte conceptual planteaba, el principio de la unión de tiempo y espacio que la ciencia y la filosofía de la época había asumido después de los descubrimientos de Einstein y Max Planck. Entonces, el único camino que teníamos y que transitamos fue unir el movimiento a esa unión del tiempo y el espacio”.
Así el arte cinético fue la respuesta a los planteamientos de un momento en la historia de la ciencia, del arte y de la filosofía. Pero el buscador errante Napoleón incorpora en su investigación nuevas técnicas y utiliza la computación para elaborar sus obras de arte. Va más allá e incorpora de manera inédita En el espacio lo que el llama el “Dinamismo”. “El arte cinético implica movimiento, pero en mi obra no hay movimiento sino una energía dinámica” que, me parece, se identifica con la energía primordial de un universo invisible, en esencia, pero perceptible. Esa energía dinámica podemos identificarla con la fuerza primordial “pontífice” entre el mundo visible y el mundo imaginado. En un átomo las partículas que tienen masa son apenas una milmillonésima parte del átomo. Es decir, el mundo “palpable” es apenas una existencia baladí en relación con las partículas del átomo que forman parte del mundo invisible. Mundo que la ciencia de ahora descubre que puede reproducirse “fractalmente” es decir, que puede manifestarse en realidades o “universos” paralelos al mismo tiempo.
Esta realidad supra espacial. Mental, por decirlo así, es el camino de la obra de Napoleón Graziani. Pero hay más. Napoleón, buscador errante, penetra en su mundo interior para avanzar hacia una realidad trascendente. Espiritual en el sentido más genuino. Descubre la certeza de una existencia en los planos superiores y sutiles de la vida. No se le puede pedir al buscador que no busque. Desde su mundo interno crece y se transforma y su arte se convierte, cada vez con más potencia, en la manifestación de la armonía que, por medio de su acción, va ascendiendo desde su raíz para manifestar esa certeza de ser más allá de la materia. Así como los artistas cinéticos del siglo pasado trascendieron, por decirlo así, al tiempo y el espacio con un concepto. Napoleón pretende trascender el arte cinético con una experiencia supra racional y, para mi, supra conceptual que es con la incorporación de la energía dinámica del universo. Invisible casi siempre. Visible, a veces, con los ojos del mundo interno. Cuando logramos modificar nuestro habitual estado de conciencia y así modificamos también todos los niveles de significación, este arte, creo puede ser el comienzo de un despertar en esos mundos paralelos. Para comprender quizás ese universo “fractal” de la ciencia de hoy y ese universo paralelo de las escuelas de misterios que profesaron los antiguos.