¿CAPRILES GANARA?

Por Nicomedes Zuloaga P.

Todo indica que, la oposición venezolana, tiene la posibilidad de hacerse con un triunfo sobre Chávez en las elecciones presidenciales del 7 de octubre. En el contexto de la “nueva ciencia” y de los cambios de paradigmas filosóficos que niegan la confrontación, por inexistente en los planos de la realidad del mundo causal y en un país ahogado en la violencia, tiene sentido que “gane” el abanderado de la conciliación.

Si analizamos el tiempo, de acuerdo a la “nueva ciencia” tendríamos que abandonar su sentido lineal. Reto intelectual y filosófico que apenas podemos esbozar y que tiene más que ver con las concepciones del tiempo circular de las tradiciones de los pueblos originarios. Una lógica paradójica nos enfrentaría a la posibilidad de la suma de todos los tiempos en el único tiempo. Pero el intelecto me lleva a recordar las asombrosas, por decir lo menos, decisiones políticas que han construido nuestro “presunto presente”.

Recuerdo que Venezuela, antes del gobierno militar, tenía una democracia defectuosa e inoperante en muchas áreas. Pero era la democracia más antigua del continente. Se había enfrentado a radicalismos de izquierda y derecha, con menor o mayor acierto, con persecuciones, a veces crueles e injustas. Sin embargo,  Venezuela había conformado una sociedad evolucionada, al menos en comparación con los países vecinos, Inclusive si la cotejamos con aquellas sociedades aparentemente más civilizadas como la chilena y la argentina que sufrieron dictaduras con un saldo sangriento de miles de asesinatos políticos y desaparecidos. Una historia imposible de comparar, como se pretende, con la violencia que vivió Venezuela durante esos años. Aunque el dolor, la persecución y la muerte no se puede sumar, ni sustraer. El dolor de un torturado, no es la suma de todos los torturados “es en si mismo, el máximo dolor”. Por eso, deploro la tortura, el maltrato y la muerte. Pero nuestra democracia había conformado una sociedad con elites heterogéneas y eso es un avance considerable en el proceso evolutivo de las sociedades. Una elite política bien diferenciada de la económica y una elite científica e intelectual bien diferenciada. Síntoma de una madurez política y social que, aún hoy, me atrevo a afirmar que pocos países de la región han alcanzado. No voy a enumerar los errores, equivocaciones, exclusiones y defectos de aquella democracia, ni de las equivocaciones de los gobiernos que fueron tan innumerables, como comprensibles en un país que había arrastrado el analfabetismo y la discriminación racial hasta bien entrado el siglo veinte y que empezó a transformarse con la vilipendiada Cuarta República.

Si no se toma en cuenta la historia, si no se abandona la importancia personal, podría repetirse el des-criterio de las acciones de nuestros dirigentes. A raíz de los desmanes y saqueos desatados, por la aplicación de una irresponsable medida de aumento del precio del combustible, que no midió sus consecuencias sociales, se conformó una especie de “Consejo de ancianos” conocido con el ridículo mote de “los notables”. Su pretendida o verdadera sabiduría, lamentablemente, estaba manchada por aspiraciones políticas frustradas y por otras manifestaciones del ego que, por cierto, no fueron la mejor fuente de inspiración para solucionar el conflicto.

 El proyecto de “los notables” para “salvar el país” que  “no podía caer más abajo” fue nada menos que “desfenestrar” el gobierno de Pérez y, con esto, dar al traste con la defectuosa y torpe democracia que, aunque defectuosa y torpe, había logrado mantener la alternabilidad y cierta medida de paz. Yo mismo debo asumir que  profesé esa miopía y justifiqué mi renuncia al Ministerio de Relaciones Exteriores con el argumento de que la democracia “había fracasado en todos los órdenes”.

El resultado del discurso político opositor llevado de la mano por algunos “intelectuales” que hoy militan como “profundos” antichavistas, fue la justificación de dos golpes militares y la fractura democrática, por último, el pésimo gobierno de Caldera abrió las puertas a la campaña política de un militar carismático y con poca o ninguna vocación democrática, o al menos, con un concepto bien diferente, centralista, autoritario y militar. Hasta Miraflores llegó escoltado por algunos “notables” que, pronto, cayeron en cuenta de su equivocación. También por los medios de comunicación que desfenestraron a Pérez , y que, posteriormente, fueron perseguidos o cerrados por el mismo régimen que habían apuntalado. Por otra parte, las banderas del socialismo que pretendieron llevar el poder a la base, conformaron una elite económica y militar homogénea que controla todos los estamentos sociales, reestructurando la sociedad hacia atrás, hacia el pasado. Paradójicamente, el “socialismo del siglo XXI” ha creado una nueva clase con características feudales.

Si Capriles gana será como aquel príncipe maquiavélico que llega al trono y encuentra una serie de poderes establecidos. Para mantenerse en el poder tendrá que echar mano a las teorías de “la nueva ciencia” que no confronta, sino que suma. El mundo de ahora es de hibridación. Los teóricos de la confrontación, de la “derecha” y de la “izquierda” van a tener que conformarse con el camino del medio. Capriles tendrá que profundizar las “conquistas” sociales alcanzadas por medio de un proceso de distribución que, los teóricos neoliberales, consideran económicamente incorrecto, pero que me parece necesario en un país de sempiterna exclusión. Muchos venezolanos seguirán viviendo de las misiones que, al distribuir (socialismo) estimula el mercado (capitalismo). Los médicos venezolanos tendrán que participar más en “Barrio Adentro”.  Los “notables” de ahora van a tener que aprender que sus puntos de vista cartesianos ya no aplican. Que el tiempo de ahora es la suma de los tiempos y que todos, hasta los que opinan lo contrario, ven una parte de la verdad. La tolerancia es el nombre del juego.

Si gana Capriles, el mayor reto de Chávez será controlar a los violentos para intentar recuperar su proyecto en elecciones libres. Hasta ahora, precisamente el barniz democrático que no aprendió en los cuarteles, ha mantenido el reconocimiento internacional de su régimen.  Si Chávez llega a ganar de nuevo, él también tendrá que aprender y aplicar la tolerancia y penetrar en las filosofías de ese nuevo idealismo ¿científico? en el cual se concilian los opuestos,  o se encontrará con un país ingobernable.

 

 

 

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