EL BOSCO

Por: Nicomedes Zuloaga (Arkaúm)
EL JARDIN DE LAS DELICIAS

Como sabemos, la ¨obra maestra¨ se refería, en la época de la masonería operativa, a la obra presentada por los compañeros ante la asamblea de maestros. Era, por decirlo así, el trabajo para acceder a ese sublime grado y, por cierto, al salario de los maestros. En el caso del ¨Jardín de las Delicias¨ hay documentación y literatura que nos indica el objeto iniciático de la obra, aunque, evidentemente, su carácter esta velado con algunos conceptos que podemos identificar con la religión oficial. El Bosco pertenecía a una sociedad secreta denominada  Los Hermanos del Libre Espíritu (Wilhelm Fraenger, 1947) » que a comienzos del siglo XV se difundió en Alemania y los Países Bajos, donde nació el Bosco. En la obra, tríptico que se encuentra en el Museo del Prado, se observan tres paneles: Mirando hacia el cuadro «El Jardín de las delicias» en el centro, «El Paraíso terrenal» a la izquierda y el llamado «Infierno musical» a la derecha. La comprensión de las correspondencias de los cuatro elementos es fundamental para entender la alquimia, sus procesos y sus representaciones simbólicas.  El elemento tierra, se relaciona con los instintos y tiene su centro en el estómago, el elemento agua, con el sistema circulatorio, su centro, el corazón y rige las emociones y sentimientos, el elemento aire, con el sistema respiratorio, su centro los pulmones y rige la imaginación y los pensamientos y el elemento fuego, con el aparato reproductor, su centro los organos genitales, rige la creación y se le considera la fuerza vital y la manifestación del creador. De allí que en la obra de el Bosco todos los paneles tienen la sexualidad como elemento central. Es la fuerza vital que se manifiesta en toda creación.
Al márgen de las opiniones de Fraenger, para cualquier investigador serio del hermetismo, el tríptico, abigarrado de imágenes, es una muestra del conocimiento de la alquimia y de sus procesos.

En la parte del cuadro que representa el «infierno musical» aparecen imágenes de huevos donde la mujer aparece tentada por figuras negras. Allí se presenta la etapa de nigredo en la alquimia. Es decir el descenso al infierno y a la desintegración, la putrefacción y la muerte. ¿Cual muerte? La desintegración y muerte de la personalidad profana e inconsciente para dar paso a la nueva vida. El albedo o etapa blanca, de purificación y sublimación. Es importante destacar que, la alquimia hermética, considera al elemento tierra como centro correspondiente al aparato digestivo y a los instintos. En las iniciaciones suele ser un “trabajo” previo al inicio del los “viajes” que se realizan en los templos. Se le identifica con el viaje al interior de la tierra que menciona Leonardo en el Códice Aruldelcuando narra su ingreso al “interior de la caverna” y que interpreto como un simbolismo que plasmó en “La Vírgen de las Rocas”.  En el panel de la derecha observamos imágenes grotescas que representan estómagos cortados de humanos o animales. A vu vez su color es más oscuro y es representativo del mundo pasional. Entendiendo lo pasional omo todo aquello que nos esclaviza. Que nos domina. La pasión es algo que nos toma “desde afuera”.  El panel es representativo del nigredo de los alquimistas que es el principio de “la obra”. Un camino de putrefacción y de conocimiento de nuestras miserias, pasiones y debilidades. No se trata, por cierto, del infierno católico cuyo tema central es el castigo por el fuego. Aquí no, el castigo es simplemente una prisión. La prisión de la pasión.También la prisión y la tortura determinda por el “tono vibratorio” de las pasiones desenfrenadas, se refiere a uno de los siete principios herméticos el de “vibración”. Muestra al hombre en su condición más animal y primitiva. En la parte superior del panel, está la ciudad destruída e incendiada. La antítesis de la Jerusalen Celeste. Hay multitudes y desorden. Si se asciende por el camino pasional, el resultado es la ruina de la sociedad, repreentada por la ciudad. Sin embargo, esos personajes grotescos y demenciales representan el objeto de la alquimia. Es el fermentonecesario para la transmutación.

El panel central muestra parejas en actitud sexual dentro de esferas ovoides transparentes. Estos seres dedicados a los placeres sexuales son el símbolo de la unión del azufre y el mercurio. La coniunctio de los alquimistas. Es de esa unión de los opuestos alquímicos que nacerá, después, el oro filosófico o la piedra filosofal. En ella se representa la formación del llamado huevo hermético. Cirlot afirma que el huevo simboliza “lo potencial, el germen de la generación, el misterio oculto de la vida”. En la parte superior, muchos penetran dentro de un huevo que dará origen a una nueva humanidad. Ahora, hombres y mujeres montan encima de diferentes animales, sus animales, verdaderos o imaginarios. Ellos, o lo humano en ellos, guía al animal. Se muestra, simbólicamente, el camino alquímico que estamos por recorrer. En este panel central la luz acompaña los placeres de la vida. La contemplación y el amor ha tomado el lugar del desenfreno. El color blanco representa el albedo de la obra alquímica. En la obra se  presentan las llamadas bodas alquímicas, el matrimonio del sol y de la luna, o del rey y la reina. De esta unión nacerá un ser, un nuevo ser andrógeno. Espiritualmente reconstruído. Aquel que podriamos llamar un ser completo. El ser adámico. El regreso a la unidad. Esta unión que en la alquimia secreta debe realizar en iniciado con “la soror” su pareja,  quien le devuelve su energía y su verdadera valía espiritual (Representada también por la carta del juicio del Taroth y como significado de la realización del rubedo o la Obra Magna). Es importante aclarar que esta unión, para los antiguos alquimistas, estaba unida a la muerte, a la muerte iniciática. Se trata de la unión del espíritu solar representado por el hombre y del alma cuya portadora es la mujer.

El jardín de las delicias nos muestra el coito dentro del agua, tal como lo representaban los antiguos alquimistas. Recordemos que el elemento agua, desde la tradición alquímica hermética, representa la emoción. Allí vemos otra clave maestra para comprender esta magia renacentista. La unión debe realizarse con la participación de la emoción sublime.

Vemos que como corolario central de la obra, aparece el alambique. Es allí donde se colocan, a fuego lento, los elementos de la cocina alquímica. Recordemos que el elemento fuego tiene su centro en los órganos genitales y representan, no sólo el elemento procreador, sino el de la creación. Es, por medio de este trabajo como el Dios que vive en el hombre se manifiesta. El alambique es también el útero de la mujer en el cual trabaja el mago para fabricar la piedra filosofal. El huevo es también una representación de esa matriz o matraz. Recordemos que se trata de descubrir los secretos de la naturaleza y de sus leyes. La naturaleza del hombre es la mujer. No hay conocimiento posible para el hombre sin la participación de la mujer. Ella, como eterno femenino representa a la señora de los misteros de la nauraleza. La que vela, o desvela, esos misterios: Perséfone, Isis, la Vírgen María, la Pacha Mama. Si tomamos en cuenta que, desde el punto de vista de la tradición, el cerebro de la mujer es masculino y el del hobre es femenino y el hombre es instintivamente activo y la mujer pasiva (detrás de un gran hombre hay una gran mujer, afirma la sabiduría popular).
 También aparecen en este panel central pájaros que comparten una dimensión humana. Todos los seres alados se identifican con fuerzas espirituales o superiores. En este sentido, aparecen también figuras humanas que se están transformando en aves. Se trata de una imagen que simboliza el proceso de transmutación del animal humano en un humano más espiritual y superior. En el aire, vemos a seres humanos que ya tienen alas y vuelan. Uno de estos humanos alados lleva una fruta. Así mismo, aparece el pez como ícono importante en todo el proceso. Se trata del símbolo crístico por excelencia. Debemos comprender que, los adamitas, al igual que los cátaros se consideraban verdaderos cristianos (el mismo Francisco de Asís, cuya madre era provenzal, cuna de la herejía albigense, estuvo a punto de terminar en la hoguera por profesar un cristianismo poco ortodoxo, digamos) y, la sexualidad, no se consideraba como algo pecaminoso. Por el contrario, se consideraba la manifestación del Dios, ya que es la fuerza de la vida y el camino más directo para llegar al conocimiento del espíritu. Recordemos que, para los adamitas, por medio del sexo, se transitaba el camino de regreso al paraíso terrenal y eso queda más que demostrado en el panel central: “El jardín de las delicias”. Pero hay más símbolos que confirman el carácter ¿herético? de la obra del Bosco. No hay serpiente entregando la manzana; por el contrario, cada quien toma su manzana y estas se identifican con la sabiduría y con el conocimiento. Al comer la manzana, en una imagen que nos recuerda las representaciones de la trimurti india, de una forma ovoide nacen dos seres que se convierten en buho, simbolo del conocimiento secreto. Todos parecen comer del “fruto prohibido”y, precísamente ese fruto, parece darles el poder transformador que los llevará, después de la unión o conunctio, de regreso al paraíso.

 Podemos intuir el mensaje de los alquimistas en cuanto a la consecución de la piedra filosofal. En el opúsculo anónimo titulado Ludus puerorum(juego de niños) se nos indica: «Es en el huevo o vaso de los filósofos donde nuestra piedra debe ser situada, a fin de que por el fuego y el arte sea perfeccionada». Se refiere al elemento fuego, energía sexual y fuerza vital. La energía de la vida. Se refiere también a la creación espiritual que debe “situarse” en el útero de la naturaleza para que se produzca en anhelado fin.

«Conoce la medida o el grado del vaso o huevo de nuestra obra, porque el vaso o huevo es la raíz y el principio de nuestro magisterio. Y este vaso es como la matriz en los animales, porque en ella engendran, conciben y nutren igualmente la generación. Por ello, si el vaso de nuestro magisterio no es conveniente, toda la obra es destruida y nuestra piedra no produce el efecto de nuestra generación». Como vemos, el alquimista se refiere a la “soror” el vaso en el cual sembraremos la energía creadora y transformadora, como afirma otro opúsculo alquímico. La clave para la comprensión de los procesos de la alquimia está en el conocimiento del simbolismo originario. Muy particularmente el simbolismo de los elementos y la comprensión de los siete principios herméticos.

Por otra parte, Burckhardt afirma que «El verdadero atanor, el utilizado para la obra mayor, es el cuerpo humano y por consiguiente una imagen simplificada del cosmos. Lo más importante del horno-atanor-huevo, es el fuego. El fuego representa la fuerza erótica que debe ser excitada y dominada para provocar la concentración interna. Se comprende por qué los alquimistas previenen siempre contra el fuego demasiado vivo o inconstante. El fuego es avivado por una corriente de aire que circula en el interior del horno. Ello indica la importancia de la respiración regulada del cuerpo humano. En el interior del cuerpo humano el recipiente-huevo se localiza en el plexo solar. Para un arte espiritual se debe hacer del cuerpo la base metodológica»

El panel de la izquierda representa el regreso al paraíso. La reconstrucción del ser adámico. Se ha sublimado la sexualidad. Hay un alambique de color rosa. Del alambique sale el agua mágica, rejuvenecedora. Se trata del agua pura que llena el lago del jardín del edén. Es allí donde renace el ser edénico, una vez que las aguas han sido purificadas por el fuego de la sexualidad superior. Ese “atanor” de donde fluyen las aguas es color rosa, tiene una base perfectamente circular y, al centro, hay un punto. Nos recuerda el círculo y el punto pitagórico, representación del universo. Al medio de ese circulo, dentro del punto se asoma la cabeza de un pájaro, símbolo de la espiritualidad.  El color rosa nos recuerda el Rubedo que es la culminación de la obra y la imagen de Adán y Eva nos recuerda algunas imágenes medievales de la Conunctio y a la carta del “Juicio” del taroth de Marsella.

En el estanque de las aguas del Paraíso beben animales entre los cuales se distingue el mítico unicornio, cuyo cuerno tenía capacidad para purificar las aguas contaminadas.  Recordemos que las aguas se refieren a las emociones y los sentimientos. Además, una vez que los seres se han purificado por haber trascendido el sexo, regresan a un estado virginal y al unicornio también se le consideraba un símbolo de la virginidad. En este sentido, el unicornio del Jardín del Edén, cumpliría una función extraordinaria para mantener la paz interna de los adamitas.

En toda la obra está presente el proceso de sublimación de las pasiones. Sublimación que se realiza en el alambique del cuerpo avivado por el fuego. En el panel central del Jardín de las Delicias se establece claramente que se asciende por medio de la unión del sexo y del espíritu. Que hay que descender a las aguas pestilentes para purificarse y ascender al ALBEDO y posteriormente al RUBEDO etapa en la cual se manifiesta la espiritualidad y el regreso a la unidad.

Para terminar voy a referirme a la imagen que adorna el tríptico al cerrarse que bien podría identificarse con la Jerusalen Celeste, aunque le faltarían las doce puertas y muchos otros elementos bíblicos. Otros identifican la imagen con la del génesis en el tercer día de la creación y, cada quien, interpretará esta obra de acuerdo a su marco de referencia.  Es la imagen del huevo cósmico y representa, como corolario del trabajo al abrir el tríptico, los  elementos de la naturaleza. El agua, la tierra, el aire. El fuego está presente en el interior del tríptico.