LA VIRGEN DE LAS ROCAS

Por Nicomedes Zuloaga

La Virgen de las Rocas por Leonardo Davinci
La Virgen de las Rocas por Leonardo Davinci

La Virgen de las Rocas, en su versión original, aquella realizada por Leonardo y que se encuentra en el Louvre, es una representación del conocimiento alquímico e iniciático de Leonardo. No así la otra Virgen de las Rocas, posiblemente realizada por los discípulos de Leonardo, o con participación del mestro, en la cual se incluyeron símbolos como la cruz en las manos de San Juan y otros elementos para complacer las exigencias de la iglesia romana.
La Virgen de las Rocas que nos interesa en esta plancha fue encargada a Leonardo por el prior de la cofradía della Concezione para ser colocado sobre el altar mayor de la capilla de la cofradía en la iglesia de San Francisco.  Hay que aclarar que se le dictaban en el contrato todos los detalles que debían aparecer en dicha obra. Detalles que, por cierto, Leonardo obvió. Supuestamente, María estaría rodeada por un grupo de ángeles que tocan diversos instrumentios musicales.  Leonardo rompe que este esquema y, en su lugar,  vuelca en este cuadro todo el simbolismo y conocimiento esotérico que había adquirido quizás, en la misteriosa  logia de alquimistas, como pretenden los novelistas actuales. El cuadro hace un llamado al trabajo en los elementos de la naturaleza. Particularmente se enuncia un viaje al interior de la tierra. Viaje alquímico hasta las cavernas del ser para descubrir allí la sombra e iluminarla.  En el manuscrito Arundel parece estar codificado el trabajo de los cuatro elementos. La tierra como inicio de un viaje interno. El mismo relata simbolicamente el viaje a la caverna.

¨Llegué al orificio de una gran caverna y me detuve allí un momento…Me agaché con la mano izquierda apoyada en mi rodilla, mientras con la derecha sombreaba mis ojos entrecerrados…para ver si podía discernir algo en el interior a pesar de las tinieblas que allí reinaban…dos emociones despertaron en mi: temor y deseo. Temor de la sombría caverna amenazadora, deseo de ver si contenía alguna maravilla.¨ Este texto del códice Arundel muestra la importancia que le dio Leonardo al descenso a la caverna de su mundo interior. Ese descenso que nos recuerda el VITRIOL de los masones. Precísamente en esta obra, Leonardo, nos muestra ese camino hacia la tierra interna. Precísamente en ese mismo códice hace una evocación de los cuatro elementos de la naturaleza con la cual se une. Es el preámbulo de la iniciación en los elementos, tal como lo hacían los alquimistas medievales. Hace un elogio al aire, al fuego y al agua, cual invocación.  Pero es en el silencio y en la oscuridad donde se reencuentra el hombre con el conocimiento de Dios. Y ese conocimiento tiene su matraz en esa vírgen, eterno femenino,  Isis, Perséfone, señora de los misterios. Se trata de una gruta coronada por rocas misteriosas y amenazantes. No hay en esta obra nada romántico. Más bien, descubrimiento de aquellas maravillas de la caverna, pero maravillas rodeadas de misterio y de temor. La mano que se extiende es una garra, la garra de la verdad que es liberación, vida y muerte al mismo tiempo. Símbolo del poder de la naturaleza femenina que, según la tradición mistérica tiene poder sobre la vida y la muerte. He aquí quizás uno de los grandes misterios en el trabajo de crecimiento de la mujer. Se trata del descubrimiento y manejo consciente de este gran poder, el popder de la naturaleza. También nos recuerda el símbolo del poder solar.

Otra mano, en la obra de Leonardo, la del Louvre, no así la de Londres, es la del ángel que indica sutilmente hacia el vientre de la Vírgen que, a su vez, de manera también velada, tiene un cáliz representado en los pliegues de la tela que lo cubre. Aquí Leonardo nos muestra también ese misterio iniciático de los hermetistas y alquimistas. En verdadero Grial, la copa, no es otra copa que el caliz de la matriz, el matraz, útero de la mujer. En aquela época de persecuciones y oscurantismo religioso, podemos imaginar cómo debieron ocultar nuestros hermanos mayores, artistas con mayúsculas, los secretos de aquella magia sexual, verdadera cocina de la alquimia.

Pero tal como lo expresa Leonardo en el códice Arundel pinta en el interior de la caverna aquella ¨maravilla¨ que desa ver. El agua cristalina que brota pura de su interior. La armonía y la pureza reflejada en aquel símbolo de la emoción superior.  También se manifiestan los reinos mineral, vegetal, animal y celestial como ascenso de aquella cadena de crecimiento y evolución. Leonardo no pinta un corderito, el reino animal está presente en los rasgos de los humanos allí representados. Nos recuerda aquel concepto de las escuelas de misterios que nos recuerda nuestra ambivalente realidad celestial y humana. La mano de la vírgen es una garra. El mismo niño Juan tiene algo que nos recuerda un animal. Eso lo hace Leonardo en muchas de sus obras. La Vírgen de las Rocas es un compendio de los misterios del Gran Arte. Uno de los cuadros más complejos y sublimes desde toto punto de vista. Por supuesto, la obra fue rechazada por la cofradía de la Concezionne. Leonardo llevó la tela a Paris y posteriormente uno de sus discípulos pintó la versión que se encuentra en Inglaterra, (aunque  por supuesto, se insiste ahora en la dudosa autoría del Maestro) con todas las concesiones religiosas que, los expertos habían considerado como no realizada por la mano de Leonardo.