LOS DIOSES DEL DESIERTO, LOS DIOSES DEL NORTE Y LOS DIOSES DE AMERICA

 Por Nicomedes Zuloaga P. (Arkaúm)
Como de costumbre, les pido que dejemos a un lado nuestros prejuicios de toda índole. Me refiero a prejuicios culturales, religiosos, económicos y científicos. Desde el punto de vista de la tradición originaria, todo es mental y el universo es mental. Quiere decir que el mundo que vivimos es producto de lo mentado. Y lo mentado se origina en en los mecanismos inconscientes nacidos de la programación hipnótica, inevitable, en la educación profana. De allí que siempre insistimos en la necesidad de despertar y vencer el sueño que rige la casi totalidad de nuestros pensamientos, emociones, imaginaciones y acciones. En este principio se basa la reflexión conjunta que propongo. La idea es construir una escalera que descienda hasta la raíz del pensamiento filosófico y la psicología del europeo y de sus dioses, temores y necesidades y hacer lo mismo con el indígena americano.


¿Cual es el orígen de los dioses del desierto y los dioses del frío norte y cual el origen de los dioses americanos?
El dios del desierto es un dios de la escasez y esto suena bastante lógico ya que, en el desierto, no hay nada y lo poco que hay no alcanza para todos. Es así como ese dios solitario, producto de aquel entorno (ya que los dioses son invenciones del hombre, aunque se pretenda lo contrario, no así el arquitecto y la arquitectura universal que encarna la totalidad de los espacios, de los tiempos y de los dioses) se relacionaba también con otro hombre solitario y desértico, el patriarca. Cómo todo era escasez, ese dios debía administrar las pocas gotas de agua y los minúsculos oasis de su entorno. Los habitantes del erial debían luchar para sobrevivir en la escasez. De allí nos llega la filosofía de la lucha por la vida. El dios era un dios vengador y un dios de muerte ya que debía proteger a ¨su pueblo¨ de los demás pueblos hambrientos y sedientos. Era un dios que exigía sacrificios, pues así es la vida del desierto. Una vida sacrificada. Básicamente, este es el dios de toda la tradición judeo-cristiana que nos ha llegado de Europa. El otro dios del desierto es Alá que lucha cuerpo a cuerpo para controlar la ciudad sagrada y el desierto y sus gotas de agua.
No quiero que se interprete esto como una agresión hacia las grandes religiones, sino como una reflexión que nos permita ir más allá de los fanatismos y las supersticiones religiosas nacidas en latitudes bien diferentes a la nuestra. Hoy, los pueblos del desierto, siguen luchando para controlar ese pequeño territorio que el fanatismo y la superstición se empeñan en considerar sagrado.
Los otros dioses occidentales, salvo los griegos que fueron desplazados y sólo existen en las iniciaciones y en los libros, son aquellos dioses nórdicos. Los gélidos y terribles dioses del invierno, con su fiera lucha por la supervivencia invernal dioses feroces, ordenados y el militaristas. Tradición temible de dioses asesinos. Dioses con el corazón frío, los dioses crueles de las nieves. Tal es la tradición de los pueblos nórdicos que pretendieron imponer su culto con los cañones y los ejércitos invasores de la guerra relámpago.
No cabe duda que esa cultura de la escasez produjo una psiquis de la escasez y de la lucha. Se trata de la filosofía de lo poco. Esa filosofía de lo poco y del trabajo agotador y de la astucia como fuente de riqueza, produjo también dos conceptos y filosofías económicas que pretendieron, por supuesto, administrar la escasez. Precísamente la escasez es la premisa básica de la economía liberal. Podemos inferir que todas las manifestaciones culturales, sociales y económicas que hoy impregnan la psiquis del mundo occidental se originó en el desierto y el frio. Culturas patriarcales.
Cuando el hombre se hizo sedentario, con la propiedad de la tierra, apareció el concepto de propiedad privada. Como el desierto producía pocos frutos, el más fuerte, se aseguraba su supervivencia defendiendo las pocas tierras cultivables a su alcance. Con la propiedad de la tierra, aparece la propiedad de la mujer que se convirtió en una especie de bien inmueble a merced del macho y sus antojos. Y esa propiedad, también se prolonga hasta los hijos. La propiedad privada se convierte así en la base de toda la sociedad. Paralelamente y, como corolario de la propiedad privada, se desarrolla la curiosa institución de la esclavitud.
Pero esa misma cultura concentra la propiedad en pocas manos, siempre de la mano de la religión que, después de Constantino, por decreto, unifica la ¨espiritualidad¨ del Imperio Romano. Como los bienes escasos estaban en manos de los romanos que, conquistaron medio mundo conocido para explotarlo, el imperio colapsó y la escasez se repartió. Después, la Europa medieval, centralizó el poder terrenal apuntalado por el poder de la iglesia romana. Los bienes, gracias al dios propiedad, a lo largo de cientos de años, volvieron a concentrarse en manos de una minoría absolutista. El resultado fue la revolución burguesa y rodaron las cabezas de los reyes.
El dios propiedad, traía de la mano al dios dinero que, con la revolución industrial y, con el desarrollo de la industria bancaria, adquirió vida propia y empezó a reproducirse a si mismo. Así, el dios dinero, por si mismo, podía crecer y producir intereses. Es el verdadero nacimiento del CAPITAL y con la explotación, humillación y esclavitud de los pobres a ese dios, del mismo mundo europeo de la escasez, nace, como reacción, el socialismo. Tésis ¨salvadora¨ y nueva religión ¨liberadora¨ para las huestes de trabajadores explotados.
Había que administrar la escasez y repartirla entre los que producían con su trabajo. Cosa bastante lógica en un mundo ya degenerado por la creación permanente de presuntas necesidades: autos, viajes, grandes buques como el Titanic que naufragó en 1911, lujosos trenes, la primera clase, la segunda clase, la tercera clase, todas determinadas por el dios dinero, siempre vivo y creciendo e invadiendo todas la áreas de la vida generadoras, por cierto, de una escasez ficticia e inventada.
El socialismo generó entonces un anti-dios. El dios trabajo. El único valor es el trabajo ya que el dinero es sólo energía trabajo. Cómo está claro que se vive en un mundo ¨escaso¨, hay que trabajar y con este nuevo dios, apareció un nuevo amo que ya no concentraba el dinero-dios, sino el poder político-dios. Una clase política se instaló en el gobierno socialista con un arma infalible, la comunicación y los fusiles. El que no entiende esta nueva religión y este nuevo dios, va a un campo de reclusión para ser reeducado, doblado, encerrado y maltratado. El patriarca está de nuevo detrás de esta ¨filosofía¨. El patriarca iluminado es el que escucha la voz del nuevo dios y, los trabajadores, deben confiar en el patriarca que decide su vida, sus actividades, sus talentos, sus ratos de ocio. Hay que producir, para vencer el hambre y la escasez. Esta filosofía europea, nacida del frio se impulsó en América desde la Unión Soviética con bastante éxito. No sólo porque los partidos políticos de izquierda tenían sus bolsillos llenos del dios dinero soviético, sino porque el inconsciente colectivo suramericano escuchaba el eco de la ¨minga¨ de la propiedad comunal de la tierra y del trueque.

¿Porqué?

Los dioses americanos son dioses nacidos de la abundancia. Al menos en la América ecuatorial, hay de todo. Se trata de una realidad diametralmente opuesta a la realidad del desierto y del frío. Aquí, como me dijo el shamán ecuatoriano Huilca, al menos entre los doce grados de latitud norte y sur, hay todo. Aunque creo que se puede incluir, a todo el continente americano, en la psicología de la abundancia. Agua en abundancia, tierras cultivables y frutos para la recolección. Peces en grandes cantidades. Nuestras estaciones climáticas son verticales. Desde el nivel del mar hasta las alturas de los Andes tenemos el equivalente a todos los climas.

Nada más lejos de los dioses andinos que los dioses de la escasez nacidos en el desierto y el norte. Los dioses andinos están en todas partes y se manifiestan en los grandes ríos, en las montañas, en los árboles y selvas, en las llanuras fértiles. El Dios americano está en todos los habitantes. Cada uno de los americanos es un pequeño dios y está llamado a convertirse en el pequeño dios de su pequeño universo. Los europeos, representantes de la cultura dominante, se empeñan en describir las culturas andinas como socialistas. Eso es una definición europea, no de los pueblos andinos. Lo que nunca existió en america fue la necesidad de la propiedad, pues no había escasez.

La América pre-colombina, no pudo ser socialista ya que el concepto nace de una psicología y de una patología de la supervivencia, ajena al mundo americano. La propiedad era de la comunidad tribal. Lo individual no se desarrolló hacia afuera, acumulando cosas materiales, como pretende el socialismo materialista europeo, sino hacia adentro, con una vida ritual. A ningún indígena americano, se le ocurriría que alguien puede ser dueño de la tierra. La Pacha Mama es la madre tierra. La tierra produce el alimento para el cuerpo físico de la comunidad. Los hombres y las mujeres somos de la tierra y no al revés.
Por otra parte, como lo comenté en una charla anterior, nada más lejos de la cultura patriarcal que el lugar de la mujer en las socieades tribales americanas. En las comunidades andinas ecuatoriales, las mujeres, en su rito de corte de cabello, cuando llegan a la pubertad, reciben un terreno para cultivarlo y una pequeña vivienda donde ellas son las amas de casa y únicas responsables, esto les asegura su supervivencia e independencia. Los hijos que nacen son de la mujer y ella recibe en su hogar a los hombres que ella voluntariamente desee. Ellas son libres. No hay patriarca en la casa de la mujer indígena de los Andes. Esa es la tradición; sin embargo, en muchas comunidades, la iglesia romana y otros cultos cristianos, han penetrado e implantado el patriarcado con su secuela de violencia doméstica, machismo celos y otras taras importadas.