MACHU PICCHU

Machu Pichu
Machu Picchu

Por Nicomedes Zuloaga (Arkaúm)
No hay visitante que, al llegar a la empinada ciudadela de Machu Pichu y, desde la altura, mire el esplendor de sus ruinas que no se asombre con la armonía de cada rincón y el misterio que nos habla de un pasado en el cual, todo, tenía significado. Donde, cada montaña y cada piedra, parecen signos de una escritura, de un lenguaje que  puede leerse en múltiples idiomas. Impresionó tanto a Borges que visitó sus ruinas en dos oportunidades: primero en 1965 y, después, con María Kodama en 1978. Neruda, con una lectura diferente, social, la describe en Alturas de Machu Pichu“…Pero una permanencia de piedra y de palabra: la ciudad como un vaso se levantó en las manos de todos, vivos, muertos, callados, sostenidos…Sube conmigo amor americano. Besa conmigo las piedras secretas. La plata torrencial del Urubamba hace volar el polen a su copa amarilla…Sube a nacer conmigo, hermano…No volverás del fondo de las rocas. No volverás del tiempo subterráneo. No volverá tu voz endurecida. No volverán tus ojos taladrados…Acudid a mis venas y a mi boca. Hablad por mis palabras y mi sangre. ”

Nosotros, llegamos caminando, durante la noche, por el sendero a un costado de la trocha. Sólo nos acompañó el estruendo de las aguas del caudaloso Urubamba, como se le llama hoy día y luminiscentes fuegos fatuos que parecían indicarnos la ruta en la oscuridad. El olor a tierra mojada y fría, entre los árboles, una que otra estrella y la poderosa sensación de penetrar en un lugar sagrado. Era la tercera vez que visitaba la Ciudadela y, la segunda, que caminaba por la senda que sale desde Santa Teresa hasta Aguas Calientes. La primera vez, en 1975, con Alejandro, me fui desde el Cuzco en el tren de trocha angosta. La segunda, con Emerson, por el mismo sendero del Wilkamayu. Tal como lo he afirmado en otras ocasiones, las tradiciones de las culturas originarias parecen tener la misma simiente. Al menos el común lenguaje universal y eterno. Existe una correspondencia entre las enseñanzas de los pueblos antiguos. Sus mitos y tradiciones son una senda para redescubrir la vía del retorno al ser adámico, producto de la transformación alquímica interna necesaria para desvelar al “Ser”.

La cultura del incario y a la joya arquitectónica  y arqueológica de Machu Pichu, como  Gaza o Kajuraho, nos legó las claves de esa transformación espiritual que, hasta hoy, a todos asombra.

Se cree que la ciudadela fue fabricada por Pachakutecaproximadamente en 1430 y su construcción tardó cerca de treinta años. Se trató de una ciudad sagrada. Monasterio en el cual vivían los amautas, sacerdotes del sol, las ayllas, sacerdotisas o vírgenes del sol y las mamakunas, sus instructoras. La virtud del santuario radica en que nunca fue descubierto por los conquistadores españoles. Permaneció oculto en la selva hasta que  la encontró, en 1912, Hiram Bingham. Hasta entonces había desaparecido, no sólo de la historia oficial, y sino de la memoria de los pueblos andinos. Esta circunstancia permitió a los occidentales y a los descendientes de los inkas, reconstruir la forma de vida de aquella comunidad dedicada al culto espiritual del dios sol.

Los hitos que nos interesan en esta reflexión son: La cruz del sur,Chakana, o cruz andina, el Yachayhuasi o casa de del saber, donde se iniciaban los varones, el Ajllahuasi o la casa de las Ajllas (vírgenes del sol),el Intihuatana o lugar donde se amarra el sol y el Templo del Sol.

La primera característica común a las tradiciones de otras latitudes, es la cualidad de dios único, superior e invisible, dador de toda la vida y protector. Un concepto que guarda un sombroso paralelismo con el Atón de Amenhotep IV y con el dios de Moisés.Se trata de una realidad superior, alquímica y abstracta que trasciende las manifestaciones del mundo visible, encarnadas por la madre tierra o Pacha Mama. Como Atón, en Egipto, trascendió las manifestaciones de los dioses antropomorfos. Pero en la ciudad sagrada de Machu Pichu nos encontramos con un hito que dará pie a otra tradición andina que encuentra un eco en todas las tradiciones de oriente y occidente:

La Chakana   que representa a la Cruz del Sur y además, los cuatro elementos de la naturaleza visible, los cuatro puntos cardinales y las cuatro estaciones. Además, con su círculo al medio, representa el quinto elemento luminoso, invisible y solar, consciencia que irradia hacia todo lo que existe. Los cuatro elementos forman parte de todas las tradiciones originarias. Eran la base de la iniciación osiríaca en Egipto que, por cierto, después fue adoptada por las iniciaciones masónicas y por los roscruces cristianos y es también la base de las tradiciones orientales, como el budismo, cuyo trabajo iluminador se basa en el trabajo sobre los cuatro elementos de la naturaleza, la tierra, el aire, el agua, el fuego y el quinto elemento que identifican con el éter. La Chakana, una reproducción exacta de la Cruz del Sur, se encuentra en la base de la pirámide en cuya cúspide está el Intihuatana. Pirámide que, por cierto, pasa desapercibida a la gran mayoría de los visitantes de Macchu Picchu.

LA CHAKANA:

De la constelación de la cruz del sur nace la cruz andina y es la base del rectángulo áureo en la tradición Inka, algo así como la fórmula de Leonardo Fibonacci en occidente. El brazo más largo de la constelación equivale proporcionalmente a una diagonal que divide el cuadrado en dos triángulos. La Chakana representa, en el mundo andino, la dualidad del mundo visible y su correspondencia. Fue la base de la iniciación “chamánica” de los varones que eran escogidos para regir el destino espiritual y material del Imperio. Estos eran observados por los sacerdotes desde su infancia y seleccionados por sus características de nobleza y evolución espiritual. Este criterio de selección, no se basaba en una cualidad racial o étnica, sino humana. Sin embargo, sólo después de pasar, a los 16 años, las pruebas de los elementos, eran considerados Inkas y verdaderos hijos del sol.

En el Yachayhuasi eran educados por los amautas, maestros de sabiduría cuya enseñanza se basaba en el ejemplo. La impecabilidad en emoción, pensamiento y acción era la exigencia de la vida monástica. El amauta jamás exigía al discípulo aquello que el mismo, no era capaz de realizar. La enseñanza se basaba en un proceso de dominio de los cuatro cuerpos: Cuerpo físico o material que encarnaba el alma animal, fuerza protectora de la naturaleza. Cuerpo Etérico o cuerpo invisible que puede viajar a voluntad, o encarnar en otro cuerpo humano o animal. Cuerpo Espiritual, la conciencia que une al creador con el hombre, formado por el mismo y por las pruebas, creación voluntaria hacia la perfección individual. Cuerpo Solar, luminoso y eterno, libre de las ataduras del mundo visible, era inherente sólo a los hijos del sol y se adquiría en la última etapa iniciática.

Gracias a los relatos del Inka Garcilaso sabemos como era el Warachikuy o las pruebas de los elementos, para alcanzar el nivel de “hijo del sol” que debían pasar los candidatos al gobierno o al sacerdocio en el incario. 

El primer rito de pasaje trabajaba, desde un punto de vista alquímico, el elemento tierra. Como ya hemos explicado en otras reflexiones, la tierra siempre se relaciona con los instintos y tiene una correspondencia con el aparato digestivo. Así, al actuar sobre este centro por medio de la voluntad, se tiene acceso al dominio de los instintos y de los vicios relacionados con toda ingesta. Tiene correspondencia con el reino animal y, en este caso, con el alma animal. Los iniciados en el Warachikuy debían hacer un ayuno total de seis días. Esto les daba un dominio sobre sus instintos y los conectaba con su familiar o espíritu protector. Durante el ayuno, los candidatos se alimentaban de elementos más sutiles como el aire, las emociones y sensaciones que fortalecían su espíritu y su energía interna. Garcilaso nos cuenta que si, después del ayuno, alguno mostraba debilidad, perdían su oportunidad y ya no podrían seguir adelante con las demás pruebas.

Al terminar el ayuno, debían pasar las pruebas del aire que se relaciona siempre con el aparato respiratorio y rige la imaginación y los pensamientos. Así que tenían que corrervarios kilómetros por la alta montaña regulando su respiración y sin desfallecer. Después debían velar durante 12 noches y días en lugares amenazantes, para entrenar su estado de alerta y dominar el sueño. Durante esta etapa, por medio de su control imaginativo, debían vencer el dolor. Eran lacerados con varas de mimbre y debían mostrar total insensibilidad.

Las pruebas del aguasiempre están ligadas a las emociones. El dominio del miedo era la prueba fundamental. Un maestro de armas entraba en el recinto donde se encontraba el candidato y, con un arma, hacía amago de sacarle los ojos o de quebrarle las piernas. El joven no podía hacer el más mínimo gesto de temor. Debían comportarse “como rocas combatidas por el mar  y el viento” escribe Garcilaso.

Las pruebas del fuego estaban relacionadas con la castidad absoluta hasta terminar su camino sacerdotal y convertirse en Payán (hombre espiritual).La energía sexual es la que crea los cuerpos sutiles en el iniciado. La magia sexual era un secreto que sólo era conocido por el Inka y por aquellos que habían transitado en sendero del sacerdocio. Una vez que había dominado sus cuatro elementos, podía considerarse poseedor del poder y podía unirse a una mujer o, si era el caso, reinar como Inka y relacionarse con las vírgenes del sol. Las únicas mujeres que podían acercarse al Inka  y que podían tocarlo. Su mundo interno se había transformado y su espíritu era solar. Era un cuerpo de luz cuya sexualidad establecía una relación simpática con el espíritu de la tierra.

Después de estas pruebas, los iniciados, recibían instrucción de los amautas quienes transmitían sabiduría al estilo de los maestros orientales. Debían mostrar en todo momento clemencia y piedad hacia los más pobres, ser justos y no consentir agravios a los más débiles. Como estaban a punto de convertirse en verdaderos hijos del sol, se les educaba en la ética propia de seres que se “preciaban de ser divinos”. Dormían en el suelo, comían poco y andaban descalzos. Tenían que fabricar su propio calzado y sus armas. Los ritos de iniciación duraban de una luna nueva a otra. Durante este tiempo, los príncipes debían vestir “ del más pobre y vil hábito para que, en adelante, cuando se viese poderoso rey, no menosprecie a los pobres, sino se acordase que había sido uno de ellos…” Después de haber cumplido con estas pruebas eran considerados  “hijos del sol”.

Una vez culminada el warayoq, seguía el Qollana que los preparaba para el mando político-militar y luego se convertía en Payán (hombre espiritual), por último, recibía el título de Inka: fuerte, sabio y  espiritual.

Ajllahuasi (Casa de las escogidas)

El elemento fuego es la fuerza de la vida y de la creación de todo lo que existe. El Ajllahuasi es el santuario del fuego, fuego sagrado de la naturaleza. De la procreación de los seres luminosos, también de la creación. Es templo de la Madre Tierra, Pacha Mama. Aunque si hiciéramos un paralelismo con las tradiciones occidentales, podríamos decir que se trata, más que un templo a Deméter, un templo a Perséfone ya que las ajllas, en la oscuridad, guardaban el secreto de la luz. Las vírgenes del sol eran consortes del Inka.Las que conocían y manejaban el secreto de la creación mental y, por medio de las ajllas, se relacionaba el Inka con el espíritu del sol.

La Mamakuna era la maestra sacerdotisa. Las ajllas guardaban el conocimiento de la naturaleza en su pureza, como Isis, la señora de los misterios del antiguo Egipto, como la Papisa o Sacerdotisa del Taroth que guarda el conocimiento del libro de la naturaleza, oculta  la sabiduría y desvela este conocimiento, al hombre cuya pureza y poder le da acceso a recibirlo. También encontramos en ellas, una correspondencia con la virgen María en la tradición cristiana. Tenían el poder para comunicarse con Inti. Sin embargo, no se trata aquí de una cultura patriarcal monoteísta, como las del desierto. Aquí parece ser la mujer, portadora del alma y de la luz, como en las tradiciones de las herejías medievales de los Pirineos orientales. Como los cátaros, cómo los “Fidele d´amore” y como el resto de las tradiciones de adamitas cristianos medievales. Es la mujer, como el volcán, la que lleva en su seno el fuego solar. Los volcanes, en las culturas andinas son  seres espirituales. El volcán en la América andina, es una montaña sagrada. El fuego del interior de la tierra es, literalmente, el mismo fuego solar: una parte del sol. ¿Será que en esta cultura, la Pacha Mama es un espíritu solar? En este caso, no hay correspondencia ni paralelismo con las tradiciones de otros pueblos en los cuales lo femenino se identifica con la luna.

El Intihuatana (Lugar donde se amarra el sol)

Como en casi toda investigación “histórica” los “científicos” se toman bastantes licencias. (Lo vimos a lo largo de los últimos doscientos años con la historia del antiguo Egipto y de Ajnatón y sus similitudes con Moisés). En toda historia hay intereses encontrados. A veces, prefiero la novela ya que las “licencias literarias” de antemano, se presumen. No es el caso de los “científicos” que presumen de la posesión de una “verdad” siempre cambiante, por cierto. No cabe duda que, en Machu Pichu, el Intihuatanarepresenta un hito importantísimo. Científicos y estudiosos del incario no parecen ponerse de acuerdo. ¿Observatorio astronómico? ¿monumento ritual? ¿Ara para sacrificios rituales? ¿O antena para atraer y almacenar algún tipo de energía?

Es probable que estos monumentos se utilizaran para alguno de estos fines o, quizás, para todos a la vez.    Los científicos han demostrado que, el cuadrado de la parte superior del monumento está alineado hacia los polos de la tierra, más aún, los inkas habían logrado establecer claramente la diferencia entre el polo magnético y el geográfico. Se dice que se trata de un reloj solar, pues la sombra se proyecta sobre la base de la roca y actúa como gnomon. Claro, eso se puede afirmar prácticamente de cualquier construcción vertical que proyecta su sombra. Los astrónomos dicen que el cuadrado de arriba recibe el 14 de febrero y el 30 de octubre la luz del sol perfectamente cenital. Que los lados de la parte vertical de la piedra, están alineados hacia la salida y la puesta del sol en los solsticios y los equinoccios. Otros afirman que los cortes y complejísimos lados del Intihuatana están astronómicamente alineados con las Pléyades, la Cruz del Sur, etc. Pero si los sacerdotes y sacerdotisas inkas tuviesen la posibilidad de modificar sus niveles de conciencia hasta grados insospechados por nosotros, estos conocimientos de la “ciencia oficial” podrían resultar pueriles.

Por otra parte, escuelas esotéricas y movimientos de la tradición solar consideran que Machu Pichu es “un lugar de poder” y que, ese centro energético estaría ubicado precisamente en el Intihuatana. No podemos afirmar o negar esto. Hace algunos años, la cámara Kirlian era una novedad. Mi amigo Drenikov construyó una para observar el cuerpo etérico de su colección de talismanes.

Las construcciones sagradas, parecen construirse en lugares “especiales”. No creo que la razón para que, muchas civilizaciones levantaran sus templos sobre otros, de religiones y culturas precedentes, desaparecidas o muertas, se deba sólo a la comodidad de los recién llegados. Esto ocurrió en Egipto y puede verse en muchos templos que recibieron la influencia greco-romana, como en el templo de Philae. O en construcciones tan remotas y primitivas como Stonehenge.

Los sacerdotes iniciados en los ritos de pasaje aquí descritos, de ser ciertas las afirmaciones de Garcilaso, tenían acceso a un conocimiento secreto. No secreto porque se guardara celosamente de la vista de profanos, sino porque se trataba de un conocimiento adquirido en niveles muy alterados de conciencia. Se alimentaban ritualmente, la vida ritual les mantenía en un estado de alerta inconcebible para los que vivimos en estado de somnolencia habitual. Debe existir un tono “vibratorio” como lo afirman tradiciones “herejes” a las que sólo pueden acceder los que se relacionan, con esos tonos correspondientes, a elevados despertares. En este caso, me refiero a la conciencia como un estado de alerta. De acuerdo a las afirmaciones de algunos descendientes de aquella raza solar, era ese estado lo que generaba el poder para conquistar, organizar, dirigir y transformar las complejas sociedades conquistadas. El mismo extraño poder les permitió construir ese extraño ¿instrumento? que es el Intihuatana, cuyo verdadero significado está vedado al hombre común y quizás sólo conocía el inka y los amautas, o algún oscuro y oculto heredero del dios invisible.

 

El templo del sol:   Es el otro hito que nos interesa. Su construcción es impecable. Los cortes realizados por estos “masones” americanos sólo son comparables a los cortes de algunas piedras del Koricancha, del templo de Kalasasaya en Tiahuanakuo de algunas construcciones egipcias. Este edificio circular tiene dos ventanas pequeñas por donde penetra el sol, al despuntar, durante los solsticios. Pretender explicar los rituales que allí se realizaban sería caricaturesco. Lo trascendente sólo podía experimentarse en el mundo interno de los participantes y con la preparación adecuada. Podemos inferir que “la luz” penetraba en forma de conciencia eterna e imperecedera en el cuerpos físico del inka y, desde estas curiosas plataformas ciclópeas, podían unirse, o viajar a las estrellas. En alquimia, la imaginación es la puerta a toda dimensión desconocida. Es herramienta de la alta magia.

Como sabemos, la jerarquía inka huyó de Machu Pichu hacia Vilcabamba, en el interior de la selva y, posteriormente, a un lugar mucho más remoto y protegido. Desconocido. Según el mito del Inkarri, existiría ese lugar seguro y secretísimo donde vive el Inkarri (el Inka que vendrá). Sede, hasta nuestros días, de una  jerarquía del incario. Me refiero a Paititi. ¿Será esto sólo un mito, o el alzamiento indígena actual, el más grande que jamás conoció América desde Pizarro, marcará, en la historia siempre pendular, el comienzo de una senda retornante?

Se ha escrito y especulado infinitamente sobre la huída de los Inkas hacia Paititi y todo indica que Paititi era el nombre del río Amazonas hacia donde huyeron bajando por el Amarumayu. Pero se trata de un tema distinto, para otra reflexión. Paititi se confunde con Manóa, el Dorado. Sin duda el oro de los hijos del sol responde más, al conocimiento de la arquitectura del Intihuatana  que a un lingote de metal.

Arkaúm