POLARIZACION

Por Nicomedes Zuloaga P.
Como hemos mencionado anteriormente, el principio de polaridad es una ley del universo. Todo tiene sus dos polos. Todo su par de opuestos. Sin embargo, los opuestos son idénticos, en su naturaleza. Es así, como la manifestación del mundo visible en opuestos, de bueno y malo, blanco y negro, luz y sombra, frío y calor son una ilusión que manifiesta un punto de vista de la realidad, lo que es bueno para el lobo, es malo para el cordero y así… Lo que verdaderamente existe, es una gama infinita de tonos entre las dos polaridades. ¿Donde comienza el frío y donde termina el calor?
La polarización es una de las grandes herramientas de la transmutación alquímica. El o la verdadera iniciada sabe cambiar la polaridad para transmutar lo denso, en lo sutil. Como sabemos, el principio de causalidad es determinado por las fuerzas y poderes creadores de la mente y por la acción de las demás leyes y principios que rigen la naturaleza. Al transmutar, por medio de la polarización, nuestro entorno inmediato, modificamos las fuentes causales que rigen los procesos.
Desde un punto de vista operativo, voy a referirme a las interpretaciones negativas que solemos hacer de los hechos que ocurren. Al punto de vista profano sobre estos asuntos, en contraposición al punto de vista iniciático sobre esos mismos hechos. Uno de los elementos más conflictivos que afectan la cotidianidad y que va a contrapelo de los principios naturales, suele ser la constricción de los impulsos naturales de crecimiento y transmutación, de experimentación, fundamentada en el trabajo sobre los elementos y sus correspondencias psíquicas. Como ya lo hemos expresado, en alquimia, el elemento fuego se identifica con la fuerza sexual, transformadora y dadora de vida. Manifestación de ese poder vital que los pueblos, con diferentes nombres, relacionan con Dios. Es por medio de ese elemento que un verdadero alquimista trabajará modificando (polarizando) los elementos densos de su propia naturaleza interna. Es por medio de la energía sexual que, el mago, transmuta sus vicios y los convierte en virtudes, el amor pasional se convierte en verdadero amor, libre y universal, el miedo se convierte en valor, la dependencia del qué dirán, se convierte en independencia y libertad, el manipulado por la superstición, tabúes y dogmas de las diferentes creencias religiosas, se libera para crecer en conciencia y libertad. Esta energía vital, fuerza divina, ha sido satanizada por casi todas las religiones y perseguida como una acción pecaminosa. Y esa es la base del trabajo de transmutación alquímica de los elementos.
Sin embargo, como veremos , este trabajo es imposible para el hombre o la mujer común, mediatizados por la moral de las religiones tradicionales, desligadas de las leyes que rigen el universo y la naturaleza, o por la sexualidad corrompida del mundo profano que, impregna y mediatiza a través de los medios, la publicidad, el cine comercial e infinitos mensajes, la mente de la humanidad. Para alcanzar un modelo de independencia y libertad, tenemos que vencer los dogmas y prejuicios que están a contrapelo de las leyes naturales y que sólo responden a las intenciones de, algunos grupos de poder político, religioso o social, para mantener el poder y esclavizar a los que aún están dormidos, es decir, a sus rebaños. Sin embargo, el mundo se acerca a una nueva etapa de despertar y de conciencia elevada. En todos los lugares de la tierra, los iniciados, alquimistas de hoy día, han reencarnado para guiar a la humanidad en este fin de la era, trabajan para guiar e indicar un camino a los buscadores. Pero este camino no es fácil. Para vencer los mecanismos inconscientes, para superar el implante que, desde que nacemos, nos impone la sociedad y la cultura con sus principios antinaturales, con sus supersticiones y tabúes, debemos ser fuertes. El que pretende liberarse tiene que enfrentarse a las agresiones de ese ejército de seres mediatizados y dormidos que le rodean. Las iglesias, viejas y nuevas, con sus papas, sus líderes religiosos y pretendidos sabios y chamanes, tratarán de seguir imponiendo los modelos de pensamiento y los códigos morales que les han servido para dominar a la humanidad desde el origen de los tiempos. A veces, estos líderes creen, de buena fe, que están al servicio de fuerzas liberadoras, cuando en verdad se limitan a cambiar unos dogmas por otros. Se rehúsan a admitir que todo cambia a una velocidad vertiginosa. Que las comunicaciones de “fin de era” da, a los que tienen ojos para ver, la posibilidad de descubrir que algo anda muy mal. Que, si la naturaleza se opone, nadie “puede vencerla y hacer que le obedezca”.
Esta reflexión pretende ayudar a, aquellos que están mediatizados por sus esquemas morales, a esos “moralistas” a que comprendan mi última reflexión sobre la ética y la moral. Que hagan un esfuerzo por comprender las leyes de la naturaleza y las posibilidades de verdadero crecimiento, más allá de los dogmas, para alcanzar la verdadera libertad.
En todo caso, debemos aclarar que no todo buscador llegará a los estados de liberación aquí descritos. Hay un camino para el hombre que despierta y va liberándose de las cadenas de sus mecanismos y de las tiranías sociales, religiosas, políticas y científicas, pero que nunca llegará al sacerdocio. Otros avanzarán por el camino hasta que sus miedos o su ego se los permita y, quizás después de algunas, o muchas experiencias colaterales, cuando venza sus temores, se atreva a rebelarse contra la tiranía de sus propios miedos y sigua avanzando hacia otras esferas de la existencia. Es imposible crecer sin cambiar. Sin vencerse a si mismo. Nadie puede transmutar, sin transmutar. Si se trata de una persona creyente, pensará que basta con asistir a algunas meditaciones guiadas o iniciaciones simbólicas, para liberarse y unirse a los maestros ascendidos y trascender el maya, o convertirse en “cuerpo arco iris”. Una persona, en estado de hipnosis puede experimentar muchas cosas. Pensar que fue transportado por platillos voladores, que ascendió a los cielos. Pero resulta que al retornar a su vida normal, sigue dominada por la ingesta de alcohol o sigue aferrada a sus mismos temores. Lamentablemente, no basta un viaje con gurú incluido, para avanzar en el camino del despertar. El que ha tomado en serio esta ruta debe vencer muchas cosas, sobre todo sus miedos. Si una persona sube a más ce cuatromil metros de altura y permanece allí varios días. Digamos que quince días en las grandes alturas, se sentirá mejor y más tranquila. Sabemos porqué. Los adeptos saben que hay ciertas entidades que pueden vivir al nivel del mar, pero no en las grandes alturas. No me es lícito dar aquí más detalles al respecto, pero es así. Ahora bien, si la persona que se ha limpiado regresa después a sus hábitos de consumo y a sus hábitos emocionales de tristeza y masoquismo, o de sentirse siempre el centro de atracción, las entidades de las cuales se había liberado volverán a tomar su energía. Esto bajará el tono vibratorio de la persona. Si regresa a las alturas, entonces se sentirá mejor. Pero para librarse realmente, tiene que trabajar en si misma. Hacer cada día sus disciplinas, visualizaciones y protecciones.
El, o la que desee trabajar en los altos grados del sacerdocio, está en otro camino más empinado, pretende subir a la cima. Es el sendero de la soledad y del denuedo. Tiene que estar dispuesto a entregar la vida por alcanzar sus metas. Debe realizar grandes sacrificios ya que tiene que morir verdaderamente, en el mundo de los profanos. Es por eso que al alquimista se le suele presentar como un hermitaño. Solo, apartado del mundo, realizando sus experimentos en el más absoluto secreto. Lo cierto es que las sociedades no han estado preparadas para avanzar en la senda de la espiritualidad, en libertad. Así como el alquimista debía esconderse para realizar su obra, el que pretende trabajar en la alquimia hermética debe hacerlo discretamente y, en todo caso, estar dispuesto a pagar el precio de este conocimiento secreto. Pasar las pruebas de los elementos y la muerte. El, o la que toma el camino del sacerdocio debe estar dispuesto o dispuesta a morir para sus padres y hermanos e hijos, morir para el mundo profano y renunciar a honores y fortuna, morir para la sociedad y para los valores que la sustentan y atreverse a vencer todos los temores. Este camino no es para todo el mundo. Hay grados de compromiso en el camino, escuelas de oriente y occidente, masonerías y otros medios para avanzar en el camino del despertar. Pero el sacerdocio es otra cosa. Ragón, por ejemplo, en su “Ortrodoxia Masónica” nos lo explica, en los siguientes términos:

“TERCERA PARTE
MASONERIA FILOSOFICA
O INICIACIÓN HERMÉTICA”

“La iniciación era una tradición organizada y conservadora de las ciencias secretas”

PREAMBULO
El preámbulo que pensamos dar a esta tercera parte de la Ortodoxia Masónica (segunda parte de la masonería oculta) es simplemente un resumen del discurso del orador en el grado hermético de Verdadero Masón. El cual se explica por si mismo.

“ La ciencia en la cual le hemos iniciado es la primera y más antigua. Esta emana de la naturaleza, o más bien, ella misma es la naturaleza perfeccionada por el arte y fundada sobre la experiencia.” ( Aquí claramente se nos dice que no se puede realizar el arte mirando la vida por el hoyo de la cerradura. Hay que experimentar la ciencia).

Una de las razones por las cuales estos trabajos se realizan en secreto es porque se requiere libertad de conciencia absoluta verdadera. Estos trabajos operativos utilizan el conocimiento de la naturaleza y sus elementos para lograr una transformación interna que libera al hombre y la mujer de la ilusión y los conecta con el poder del amor verdadero. En charlas anteriores hemos develado más de lo aconsejable sobre el tema de la construcción del huevo cósmico y de la construcción de la “gran obra”. Pueden revisar las reflexiones anteriores para comprender el proceso de regreso a la unidad y la gestación del nuevo ser. De la unión de dos seres unidos y separados para siempre. El gran misterio de la alquimia espiritual.
El mismo Ragón, el capítulo 40 de su “Ortodoxia” que Hermés “ escogió un cierto número de hombres que consideró los más preparados para ser depositarios de sus secretos y, únicamente entre aquellos que pudiesen ascender al trono y a los primeros cargos de los misterios. El los reunió y los invistió como Sacerdotes del Dios Vivo…”el gran secreto en el cual los inició “ …se llamaba Arte Sacerdotal y contenía la alquimia, la astrología, el magismo, la ciencia de los espíritus etc… El sistema de los filósofos herméticos investiga, con cuidado, la naturaleza para descubrir los principios constituyentes de los cuerpos. En fin, para conocer el mundo y sus diversos grados de generación. Se aprende a conocer, cada cosa, por su causa y a distinguir las partes accidentales que no forman parte de su naturaleza…Es una ciencia cuyo resultado contiene el milagro, en si mismo y en sus efectos. Por eso, los poseedores de tan bello secreto lo han encubierto bajo el disfraz de los jeroglíficos, las fábulas, las alegorías, los enigmas, para sustraer el conocimiento al hombre vulgar…Ellos fueron escritos solamente para los iniciados y para los elegidos.”
Ahora, en el fin de la era, estos conocimientos están al alcance del verdadero buscador de estas verdades eternas. Pero no se consigue en cada esquina. Hay ahora un sinnúmero de técnicas psicológicas que pretenden señalar el camino. Las más de las veces se trata de fantasías basadas en historias de Lemuria o la Atlántida que, ni siquiera se expresan como una historia novelada, sino que pretende expresar una supuesta realidad para embaucar a los que, cada día, están más necesitados de vivir, no una realidad, sino un sueño paralelo. Gentes de una ingenuidad asombrosa, se prestan a las más ridículas experiencias para alcanzar una supuesta iluminación, en pretendidas iniciaciones y rituales hipnóticos. Un negocio de grandes proporciones que, en lugar de despertar e impulsar la disciplina, el auto-conocimiento y el estudio de la propia naturaleza interna, de los “adeptos” estimula el sueño y no la vigilia. Este negocio de la espiritualidad, basado en la creencia ciega, es sólo una cómoda alternativa más a las religiones tradicionales y utiliza las mismas herramientas de manipulación que aquellas. No quiere decir que en esas escuelas y viajes iniciáticos no se tenga cierto conocimiento, lo que ocurre es que no se realiza un trabajo serio. Se engaña a los participantes con una parafernalia de disfraces y, al final, cuando el pretendido “adepto” regresa casa, se encuentra con las mismas debilidades, temores, complejos y pequeñeces que antes de su iniciación. Vencer los mecanismos y los implantes psicológicos es una tarea ardua, disciplinada y de toda la vida. Jamás estamos libres de los ataques del sueño colectivo que posee una fuerza tremenda.
La semilla del despertar es un fermento guardado en el espíritu secreto del verdadero iniciado. La ha recibido del alma de la naturaleza, directamente, en el huevo cósmico de la conciencia. Este fermento, se encuentra sólo en el útero de la naturaleza y, desde allí, incorpora el alma del adepto para su crecimiento. La sacerdotisa naturaleza recibe el alma, en su útero y la incorpora.
En un principio, es normal que los mecanismos inconscientes que rigen la naturaleza, se rebelen contra esta energía transformadora y la perciban como algo amenazante, ya que lo mecánico siempre se sentirá amenazado por la libertad de la verdadera conciencia cósmica. Esto durará el tiempo necesario para que, el fermento de la conciencia, en libertad, se manifieste y la naturaleza transformada por la mente, cumpla su función transmutadora y regeneradora por medio del amor libre y verdadero de los adeptos. De allí que digamos que, sólo el hombre libre y la mujer libres, sean capaces de alcanzar el conocimiento del Dios vivo. El único viaje válido es el viaje al interior de la tierra y el viaje a cada uno de los elementos que conforman nuestros cuerpos para regenerarlos con el fermento. Polarizando los opuestos, convirtiendo el miedo en valor, la pasión en acción, el sueño en despertar. Sin la tierra fértil y generosa de la naturaleza, nada cambiará.