Por Belgica Rodriguez
Esculturas Siete Mares
Nicomedes Zuloaga, escultor
Para dominar su rebeldía, Nicomedes Zuloaga muy tempranamente se descubre una especial sensibilidad hacia el arte. Para este hombre polifacético: escritor, pintor, publicista, apasionado por las propuestas serigráficas y fotógrafo, la escultura será un importante eslabón en esta cadena creativa, declarando que: “(…) el arte no es solo un hecho formal y estético. Es el medio a través del cual me explico a mí mismo y comunico a los demás los descubrimientos conscientes de mi mundo exterior”.
Nace en Caracas el 14 de octubre de 1949,estudia comunicación social en la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, pero su vocación existencial sería siempre la pintura y en definitiva la escultura que trabaja en la School of Visual Arts bajo la dirección del escultor Claudio Marzollo, y estudia la anatomía de la figura humana desde la visión escultórica en el Sculpture Center, ambas instituciones en Nueva York. En 1973 se inicia en la talla en madera y el modelado con formas orgánicas de tendencia abstracta. Su obra eminentemente figurativa la realiza en bronce, al tiempo que investiga las posibilidades creativas que ofrece la combinación de materiales no convencionales, investigaciones que pone en práctica en las esculturas de Siete Mares, un arduo trabajo de tres años (2013-2015), para realizar estas obras monumentales ubicadas en un particular museo a cielo abiertofrente al mar.
Para él, la figura femenina es fundamental como fuerza creadora y madre universal, de allí que, desde mediados del siglo pasado, proponga una renovación de los códigos formales figurativos en la obra tridimensional en Venezuela. Son muchos los escultores que admira, en especial los franceses Aristide Maillol, posiblemente por los volúmenes voluptuosos de sus mujeres, a Auguste Rodin y Antoine Bourdelle por las magníficas superficies texturadas de sus esculturas, y del italiano Amadeo Modigliani se inclinó por los cuerpos alargados de mujer;admira también la importante etapa figurativa del venezolano Francisco Narváez; sin embargo, de ellos no muestra influencias determinantes pero sí ciertos rasgos distintivos en el modelaje de la configuración representacional. Su obra está representada en colecciones de Venezuela, Estados Unidos y Europa.
Los Vigias de Siete Mares
El viento, el agua, la tierra agreste, la luz del día y de la noche, se confabulan para hacer vibrar el alma interior de estos seres escultóricos, que transmiten a quienes se les acerca la emoción del que ama la naturaleza. Profesando un entendimiento con lo metafísico, lo espiritual y los misterios
de la vida y el arte, no extraña que al escultor Zuloaga le haya seducido la realización de un grupo de esculturas donde cada una, desde su propio acantilado boscoso frente al mar, mira y observa un paisaje de aguas azul profundo: “el contacto con la naturaleza y sus manifestaciones me cautiva, creo que algunas de las formas y de los volúmenes que aún se manifiestan en mi trabajo plástico son arquetipos de la naturaleza, grabados en mi inconsciente y que son descubiertos cada cierto tiempo”.
El espíritu del mar es parte intrínseca de estas enigmáticas esculturas que con atención vigilan el horizonte. Semejantes a las extraordinariamente mágicas moáis de Isla de Pascua, parecen entregarse, con los sentidos despiertos y la imaginación fecunda, a sagrados rituales ceremoniales de bienvenida a la inmensidad de lo desconocido. Mirando hacia adelante, a espaldasde quienes los mira y admira, los Vigías parecen estar siempre alejándose. Pero no. Erguidos, y con la mirada fija en el extravío de una línea venerable que canta al azul del agua de sal, mantienen el reposo que señala el infinito y la vigilia del silencio.
Una técnica propia utilizó el artista para realizar estas esculturas. En andamiaje tridimensional volumétrico, se presentan reconocibles en su estructura figurativa representacional, pero sus rasgos definitorio de rostro y otros detalles, están orgánicamente difuminados por características expresionistas y una epidermis texturada gracias al tallado y modelado del material utilizado. Desafiando la gravedad y las alturas de algunos acantilados, en algunos casos con la cooperación de un escalador profesional, Zuloaga fue incorporando y ensamblando las diferentes partes de la figura en armazones de hierro, y poco a poco, directamente con sus manos, las recubrió de una poderosa e incorruptible piedra artificial -mezcla de cemento, arena y polvo de mármol- a fin de llevarla a una categoría plástica tridimensional de fuerte volumetría.
Vigilantes desde sus atalayas, los Vigías están llenos de vida y salitre, son obras atractivas para el visitante de este lugar lleno de magia y secretos que es Siete Mares. Un rincón para descubrir y atrapar los misterios de una naturaleza salvaje, una razón más para ver que aves de sobrevuelo azul plateado se acercan a corazones de amor. Que puede escribirse sobre estos Vigías que no sea la mitad de un corazón que le habla a su otra mitad: ellos son poesía mirando al mar. Sus nombres hablan de aquellos habitantes de tierras de dulces lodos, de coronas invisibles, habitantes de una profunda soledad que no conoce de ausencias porque están y se sienten acompañados de cangrejillos y peces voladores.
La concepción de los Vigías llevó a Nicomedes Zuloaga a inspirarse en culturas primigenias de Latinoamérica que él muy bien conoce, y volver a sus gloriosas angustias esotéricas. Así, les confiere existencia artística legítima a unos personajes que en lo conceptual representan símbolos de incógnitas ancestrales en los que el mar es otro personaje de insondables enigmas. El crear esculturas monumentales siempre fue una obsesión para Zuloaga. Con la realización en el mismo lugar donde están ancladas, libres al viento, estas siete esculturas, centinelas entre el aire y el bosque, intemporales y ajenas a los secretos del hombre, se apropian del gran espacio transparente que se abre frente al mar, y junto al visitante, se entregan al recogimiento íntimo de siete de ellos. Se apropian también de aquellos quienes las admiren en su concepción figurativamente humana y simbólica.
Caribe
Sentado sobre una roca está semidesnudo el vigilante, y el brazo que cuida lleva la mano a unos ojos que acucian la mirada y atisbanpresencias desconocidas, pero también aquellas que las suaves olas del mar traen hacia él. Este personaje monumental lleva el nombre bien del mar Caribe o el Caribe del indígena que pobló parte de este territorio. Escultura de superficies fuertemente texturadas que muestran la monumentalidad de una complexión masculinabien ordenada en lo artístico y anatomía.
Euro
Figura simbólica de la búsqueda de la riqueza del nuevo continente creada por el escultor Zuloaga, tanto a partir de la estructura formal del cuerpo como del brillo de las fuertes texturas que parecen simbolizar el movimiento de las olas, en especial en el modelado que cubre la cabeza. Personaje intemporal, Euro ocupa un espacio que vibra según la intensidad de la luz que incide sobre la figura masculina y resalta un movimiento virtual que se genera como si el ondular del agua del mar “mojar” su superficie de intenso brillo.
Dorado Cacao
Sentado sobre un risco saliente y las piernas colgando está este Dios del océano y la naturaleza. Encantado en su descanso y en la cálida transparencia de su entorno, su modelado arcilloso de contextura expresionista, debe verse solo a la distancia lejana, así se puede intuir y percibir la fuerte expresividad estética de lo que el verde cromatismo del entorno significa en la apreciación de esta escultura. Una cabeza coronada de algas remata un cuerpo más bien delgado que parece describir sin palabras lo que su nombre significa.
Calipso
Figura de mujer erguida con la nobleza de un cuerpo voluptuosamente femenino. La aurora la visita con su tropical iluminación mañanera, y ella algo espera. Escultura de soberbia estructura plástica que, como diosa griega y a la vez nativa de culturas propias del canto latinoamericano,sostiene la silueta de un pescado con su brazo izquierdo levantado. Calipso se presenta con su belleza resplandeciente en el espacio comprendido entre la vida y el arte. El escultor ha creado una obra maestra de lo femenino.
El pescado
Figura masculina cuyas rasgos parecen haber sido borrados en ritmos circulares de vientos salitrosos. Sin configuración representacional, la gran mole volumétrica aparece más como una propuesta simbólica abstracta. Para el escultor es un auto-retrato que nada tiene que ver con la forma pescado; su expresión corporal texturada y gestualidad, sutilmente proyecta la acción de haber sido pescado. La tridimensionalidad de esta obra es una sombra clara que contrasta con la aridez de la pétrea oquedad que la sostiene.
Sirena
Pensativa mira hacia el mar la sirena de larga cabellera que sentada sobre una piedra en medio del mar, contempla el día y espera la noche. Escultura de gran calidad estética, en lo simbólicorepresenta la cuidadora de los mares y encantadora de los hombres. Femenina en su belleza, el rigor de su representación figurativa y superficies poco texturadas, más bien seductoras, anuncia el secreto del escultor que admira a la mujer como madre de la naturaleza y los misterios de la vida.
La esperanza
Más que una figura femenina, esta obra representa un símbolo muy arraigado en el espíritu del Ser humano: la esperanza. Sentada con los brazos sobre las rodillas y con el cuerpo inclinado hacia delante, su visible tranquilidad expresa una espera por algo que está por venir desde el misterioso y hermoso paisaje de estos Siete Mares. Con el tallado sobre un bloque de piedra artificial que parece más piedra preciosa traída desde las profundidades del mar, el escultor ha modelado a una mujer en la infinitudde una simbología contemplativaa.
Manos
Dos manos reciben en sus cuencos el agua de lluvia, el sol resplandeciente y el cuerpo del visitante quien desde esta atalaya podrá contemplar la inmensidad de esa superficie de agua que es Siete Mares. Aparte de la carga simbólica que representan cinco dedos y una palma, un estricto y gracioso modelado que sigue códigos anatómicamente estructurales figurativos,convierten a estas obras en confortables piezas utilitarias. Esas manos son de todos y de nadie, solo de aquel que la convierte en regazo de intimidad espiritual.
Bélgica Rodríguez
Crítico e investigadora de arte. Doctora en Historia del Arte
Presidenta de la Asociación Internacional de Críticos de Arte, AICA, Capítulo Venezuela
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