LO QUE DICEN LAS MANOS (La obra de Nicomedes Zuloaga P.)

Por Luis Ángel Duque

“ Como el espíritu violento del Dios que se apodera del hombre por nacer en la mujer” Saint-John Perse, “Mares”

Son, en varias dotadas sintaxis, manos que labran la madera, o aún han soldado las partes metálicas de un casco de acero.Son las manos de un escritor de antigua data, con poemas y dos novelas publicadas (Epitafio para un Filibustero “Canal” y Namrá el Inmortal)  y llevada al cine; pero el artista es hombre de ciclos y devociones; y ahora, a casi cuatro décadas de cuando

Copy (2) of Esc_30asistió al taller de escultura de Claudio Marzollo  en el “School of Visual Arts”  de Nueva York, y después de cumplir los ritos de un periplo ritual múltiple y muy interesante, NZP realiza su primera obra de la madurez, donde las figuras escultóricas se integran a un paisaje, haciéndolo narrativo y ontológico a la vez. De cara al mar. Ya desde los primeros bocetos de “Los Vigías”, estos se yerguen emblemáticos y cercanos; porque, aunque cada uno de los personajes que lo configuran conllevan una historia y una simbología, son puramente escultóricos y así se pueden apreciar. Lo más notable es cómo se integran al paisaje, valorizándolo e identificándolo a la vez; casi todos  alargan la mirada al más allá del mar, buscando respuestas en el océano mineral; cómo lo ha hecho el género humano desde hace milenios, y el enigma, no se resuelve aún, porque sus preguntas son respondidas como agreste ola o feroz marejada.

Pero el artista vive con intensidad tiempos apacibles, dedicado a sus intereses fundamentales: la escritura y la escultura.

El que escribe ha visto, en los últimos años, las etapas creativas, admirándose siempre de la energía fluyente; y como lo que más le interesa a NZP es el proceso, aunque ama el resultado final, las pátinas inigualables de los bronces, que aunque contemporáneos, él les sabe aplicar y que, desde el “Auriga de Delfos” (Museo de Atenas) el público del arte aprecia grandemente.

Sthendhal escribió sobre el rapto que se apodera de los viajeros trasatlánticos, cuando por fin contemplan los originales (Nota #1)  “Es casi un síndrome, pero ellos han cruzado mares, de costa a costa, para apreciar a Buonaroti o al sin par Benvenuto Cellini.”

Aquí todo es único  original. Aunque muy diestro en las obras fundidas en mediano formato, donde la feminidad parece imperar, ahora, de cara al mar, conjugando los materiales y los conceptos  encarnados  en personajes rudos y poéticos a la vez y que pertenecen a la mitología euro-americana, como resultado de los sincretismos de las razas y culturas más interesantes de la historia de la humanidad; que comenzó, en un crisol único, hace un poco más de quinientos años: el encuentro con América.

Estas obras son, con palabras del autor,  “Alquimia espiritual” pero también materia sobre materia. Dos escalas se entrecruzan: el nuevo monumento al aire libre y las obras de taller.

Simultáneamente, mientras se gesta su obra de integración paisajística (tierra-cielo-mar) tiene lugar la creación incesante de sus bronces de mediano y pequeño formato. Para NZP el bronce, la antigua aleación de cobre y estaño (Cu-Sn) no es el bronce clásico, es un resultado de la “precipitación” , transmutando dos metales en uno de superior dureza y más dúctil en su presentación final.

Jamás le han interesado los procesos superficiales, o los poderes terrenales: el viaje lo hace perpetuamente el “VITRIOL” , que cuando aflora superficialmente es llamado lava o flujo piroplástico, y que hace 22 millones de años se desprendió del ferroso manto de la tierra y comenzó su lento ascenso a la luz. La única referencia plástica es el panel, de la colección del palacio Ducal, original de Hieronimus Bosch, llamado El Bosco, titulado “ Las almas ascienden al Empireo” .

Estos bronces son de la mundanidad, hechos por un ciudadano del siglo XXI. De facetas y aristas a lo Archipenko y luciendo sus galas patinadas: hombres, mujeres, caballos pertenecen a la ciudad. Es la crónica que hace NZP de nuestros días, donde el protagonista continúa siendo el ser humano. En su texto titulado “El Bosco” del año 2006 NZP escribió, precisamente: “La naturaleza del hombre es la mujer” aunque es un texto pasivo, expresa lo evidente porque el planeta se ha poblado con una especie dominante.

Pero tomemos a los medianos y pequeños formatos que han sido realizados siguiendo los cuatro pasos de boceto, modelo en greda, molde en yeso y forja del metal al rojo vivo hasta llegar a la obra final. La mayoría son piezas únicas, o de series muy limitadas. NZP jamás se ha excedido en su ansiedad por el reconocimiento o en la creación, por ello son contadas sus exhibiciones individuales, pues nunca ha pretendido triunfar comercialmente; o inundar el mercado de arte con sus esculturas en las que concibe como manifestaciones del ser y son, para mi, lúdicas e hieráticas a la vez, porque, aunque rígidas y hasta solemnes, son obras en estado de gracia: los jinetes cabalgan a lo Marino Marini, las mujeres muestran sus formas poderosas, los otros objetos están en el plan lúdico de relacionarse mágicamente entre si. Se columpian o balancean en el mundo artificial, ajenos a los dramas reales. Son ideal de un mundo perfecto. El lo sabe, no hay el drama de la existencia, pero tiene uno una razón poderosa para que sus obras no sean existencialistas: el cree en la felicidad terrenal, no concebida como un triunfo mundano, sino como la plena conciencia del ser, en un mundo hermoso. Sin ser un esteta, propone una estética  esa es una tesis que debemos aprobar o respetar.

Durante la década de los 80, lo grotesco se volvió paradigma artístico (Paul Mc Cartney, Jean Michel Basquiat), para anteponer una posición política al modelo de dictadura de izquierda, o democrática en el cual se afincaban las dos potencias que dominaban el mundo. El arte y el “Low art” respondieron a esa gran tiranía que nada tiene que ver con los fundadores de esas grandes naciones; por ello, las mujeres de bronce de NZP no se torturan  son rotundamente voluptuosas; los juegos se hacen un sinfín de bamboleos y balanceos, los jinetes y los hombres existen casi ajenos al drama terrenal. Ellos son un ideal, no son hiperrealistas, ni calcos de la realidad. Son un sueño hecho materia, sus bocetos en grafito y esculturas en bronce. Nobles.

Nota # 1: Stendhal; “Historia de la pintura en Italia” Colección Austral; Buenos Aires; 1948.-

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