Conocí los misterios de los Cátaros, verdaderos cristianos que se ganaron el título de “hombres buenos” o “puros”. Inspirados por las leyes sabias de la naturaleza. En una época de oscurantismo religioso, fueron el ejemplo vivo de los verdaderos buscadores. Conviví con los monjes y oculté la piedra en una caverna profunda antes de que fuésemos todos quemados por los carniceros de la inquisición.
Nos despojábamos de todo bien material, no construimos templos, sino monasterios, sanábamos colocando nuestras manos en la cabeza de los enfermos y le dimos a la mujer un sitial de honor. Ellas son las portadoras del alma. Por lo tanto, las sacerdotisas o perfectas, eran las encargadas de entregar el alma a los caballeros, o a los trovadores que cantarían la historia del amor cortés. El catarismo era un sincretismo de la tradición druídica de los celtas, con el cristianismo primitivo y con la doctrina de Zoroastro; sin embargo, cabe preguntarse, si la inspiración de tan excelsa forma de vivir, honrada y auténtica, no estaba inspirada por los poderes de aquella Piedra, de aquella copa, de esa sangre o, más allá, de la memoria de Alción.
Aún hoy día, existen pueblos en los Pirineos Orientales donde es, literalmente imposible, utilizar dinero y comprar alguna cosa ya que el dinero no tiene ningún valor. El trueque parece ser la vía para adquirir bienes. Las casas tienen sus puertas abiertas y la influencia de los “puros” aún se respira. Los cátaros fueron los inventores de dos cosas fundamentales que enfrentaron su cultura a la iglesia romana. La primera, su concepto dualista del mundo. Ellos pensaban que existía un Dios de la materia y otro del mundo invisible. La segunda, la palabra amor. Amor es Roma al revés.
En esta obra desvelaremos estos misterios. A la luz de la ciencia de la conciencia y de la memoria de la eternidad que se encuentra en los planos causales, seguiremos el camino del crecimiento y la expansión de lo eterno en el hombre.
¿Cual es la verdadera historia de los buscadores de la verdad? ¿Quiénes fueron sus protagonistas? ¿En realidad existen varias historias paralelas y se trata de varios “mitos” que se refieren a fenómenos supra-normales diferentes? Y, por último, si existe el Grial en el mundo visible; es decir, la Piedra, o la sangre ¿donde se encuentra?
En definitiva, el Grial es una realidad simbólica, basada en la existencia verdadera de un objeto, de una estirpe y de un poder.
A veces, para comprender la verdad, debemos despojarnos de muchas ideas preconcebidas que han sido inculcadas, desde la infancia, en forma más o menos hipnótica. Lo cierto es que, para penetrar en el mundo de los verdaderos misterios, hay que morir y nacer de nuevo. Esa muerte ocurre cuando empezamos a descubrir que somos seres eternos y cuando tenemos la certeza de ser imperecederos.
Toda acción debe tener un sentido. Una intención. La intencionalidad es uno de los principios que deben regir la vida del hombre consciente. La conciencia es una palabra muy utilizada y poco conocida. En realidad está relacionada con un estado de ser. Un estado que se comprueba sólo por experimentación individual. Sobre todo, no es un concepto estrictamente racional. La intención de este libro es dilucidar un mito que está íntimamente ligado a las cualidades conscientes del ser humano. Es decir, a lo humano.
La intención es despertar al hombre que duerme dentro de ese vehículo que es su cuerpo. Levantar el velo de algunos misterios para que busque el camino y lo encuentre. Todo lo que nos guíe en el camino del despertar cumple una labor de orden superior. Lo que estimule la ilusión, podemos considerarlo involutivo y fatal para el que busca la eternidad. Desilusionarse es un proceso doloroso, decía mi maestro, pero es el único verdadero camino en la escalera de lo verdaderamente humano, ético y moral. Esa desilusión y despertar implica descubrir que somos la parte y el todo.
No me es permitido develar todos los misterios y secretos que conozco. La naturaleza debe mantener su velo, ante la mirada de los que sólo pretenden valerse del conocimiento para acrecentar su poder terrenal. Su capacidad de explotación sobre los más débiles, o acrecentar su fortuna material. Los ojos de los profanos quedarán velados ante la esencia de las enseñanzas de este libro. Sólo tendrán acceso a la realidad, los buscadores. No importa su credo, ni su raza, ni su estirpe.
Por todo esto, me parece que el lector debe esforzarse por leer entre líneas ya que se encontrará con ideas y conceptos que están reñidos con la historia oficial y con algunos conceptos teñidos de falso pudor. Se trata, en realidad, de la historia secreta de la historia.
Namrá.