¿A un mes, de lo mismo? CHAVEZ Y CAPRILES

Por Nicomedes Zuloaga P.

(Reproduzco con pocos cambios un artículo que circulé hace seis meses)

En realidad es la primera vez que Chávez se enfrentará a una oposición unida. Esto es un fenómeno interesante. Me imagino que Marta Harnecker estará analizando la manera de manipular las conciencias al igual que los “asesores” del bando contrario. El triunfo de Capriles en las primarias demuestra; sin embargo, un importante grado de madurez política en la oposición, ya que su discurso como pre-candidato fue menos radical, mas bien conciliador, en un país dividido y desintegrado. Me parece que, la ecuación de Chávez que convirtió al antiguo proteccionismo industrial y sus ingentes sumas, en herramienta de compra de votos (y eso hay que decirlo también para ser realistas, en redistribución de la riqueza por medio de las llamadas misiones) tiene un límite.

En política las cosas no parecen ser blancas o negras ya que puede darse un fenómeno que trasciende los opuestos. En este caso, no me interesa mucho el resultado político de la candidatura de Capriles, sino la cualidad y el nivel de significación humano de la elección. Es un camino distinto  a la salida violenta que algunos voceros del “socialismo salvaje” han pregonado a cuatro vientos. Es una bandera distinta a la coacción y la venganza que propugnan algunos voceros del “capitalismo salvaje” que también existe. No siempre, pero a veces, si es importante avanzar por el camino del medio ya que pertenece a un ámbito distinto a la dialéctica del mundo visible.

Las  partículas que tienen masa son infinitesimalmente inferiores a las que no la tienen como los fotones y los bariones. Estos descubrimientos de la “nueva ciencia” verdaderamente abren un nuevo espectro a la concepción del mundo, de sus gobiernos y de la manera de relacionarse con una realidad unitaria, invisible. El materialismo no puede acceder a ese camino del medio, a esa síntesis, porque la síntesis, según la nueva ciencia, no es de este mundo. Pertenece al plano donde los opuestos se unen. Existe sólo en el mundo de la energía, de los fotones y bariones que no decaen.

Henrique Capriles representaría una modificación del plano del enfrentamiento. Podría ser la síntesis, manifestada en los planos superiores de un despertar. Los desaciertos del Gobierno de Chávez son innumerables. Pero también hay aciertos. A pesar de ser un formidable enemigo político, Capriles tiene talento para evaluarlos y medirlos en su dimensión electoral y humana. No cabe duda que, para el chavismo «el fin justifica los medios» pero los medios son cada vez más escasos. Las administración irresponsable de las reservas de Venezuela, la inseguridad, la corrupción y la errática política con nuestros vecinos, la crueldad y las persecuciones contra los disidentes y “los enemigos de clase”. Llámese lista Tascón y otras más sutiles, pero no menos crueles, como el cierre de algunos medios de comunicación con la secuela de inestabilidad, desempleo y malestar causado a sus empleados y el control ideológico de lo informado son algunos “errores” y maltratos inherentes a casi todos los regímenes militares, de izquierda y derecha en América Latina. Pero también debemos aceptar que Chávez dio un espacio a las culturas perdedoras en ese caleidoscopio racial que es nuestra América. Me refiero a las culturas originarias y a los afroamericanos que comparten nuestras vidas externamente y, en la mayoría de los casos, intrínsecamente.

 Fue acertado el discurso de la inclusión social y la redistribución de la riqueza que dio la oportunidad a los excluidos de siempre. También el intento y subsiguiente inclusión en el Mercosur y la política de apertura hacia estos interesantes mercados. El gobierno militar tuvo acceso a una visión de país cerca del pueblo, alejada de las teorías económicas, utilizando desordenadamente, irresponsablemente, unilateralmente, los recursos petroleros para entregarlos a buena parte de nuestros paisanos menos afortunados. Es cierto que ha dispuesto de inmensos recursos económicos. Más de lo que jamás administró gobierno alguno, pero si no hubiese acertado en algo, aún así, ya hubiese perdido todo apoyo popular y, eso, evidentemente no ha ocurrido. Podemos estar en absoluto desacuerdo con el régimen autoritario que instauró. Ese es quizás el signo de su éxito al retener el poder y también su gran fracaso. No se puede gobernar sólo para la mitad del país, persiguiendo a la otra mitad.

En realidad, creo que Capriles podría darle una sorpresa al chavismo. Qué esa sorpresa puede responder a un «camino del medio» integrador. Ha demostrado como Alcalde y como gobernador del Estado Miranda, el más populoso del país, que si hay un camino para avanzar, con libertad y con la justicia social que, a pesar de las buenas intenciones, faltó a los regímenes anteriores. Además, como cuando algo ocurre una vez es casi seguro que puede repetirse, ya Capriles le ganó, en elecciones libérrimas, la gobernación a Diosdado Cabello, mano derecha de Chávez,  actual jefe de la bancada del gobierno militar.

De todas maneras hay problemas estructurales en Venezuela que, ni Capriles ni nadie, podrá resolver en poco tiempo, como NO lo resolvió Chávez, sino que los acentuó.

La más trágica y permanente de nuestras taras estructurales es la discriminación racial que nadie termina de aceptar y que está enmascarada detrás de las banderas ideológicas  y políticas de todos los bandos. Es la raíz de la bronca de medio país. La raíz de la rabia que el mismo Chávez prefiere “ideologizar”.  Que pretende disfrazar con una supuesta ideología política en lugar de asumir la esencia del problema.

El racismo está en la base de nuestras más profundas y sutiles divisiones. Esa tragedia fantasma, agobia a Venezuela desde su nacimiento. Bolívar, libertador, mentor e ideólogo del mismo Chávez que utilizó esa «droga bolivariana» y todos los símbolos patrios (y la rabia acumulada por las culturas perdedoras para afianzarse en el poder y manipular a un pueblo atrasado y abandonado) era, él mismo, tremendamente racista. Me remito a la última carta que escribió a Juan José Flores. Carta racista y esclavista que evidentemente Chávez pretende desconocer.

Cita: «He estado en el poder por aproximadamente veinte años durante los cuales sólo he logrado algunos pocos resultados. América, para nosotros, es ingobernable. La única cosa que se puede hacer en América es emigrar. Este país caerá inevitablemente en manos de turbas desenfrenadas, y poco a poco, se convertirá en presa de despreciables tiranos de todos los colores y razas. Devorados como seremos por todos los crímenes posibles y arruinados por la ferocidad, los europeos no considerarán que valdrá la pena conquistarnos.

Si fuera posible para cualquier parte del mundo retornar a un estado de caos primitivo, ese será el último escenario de la América Hispana.»

Simón Bolívar, carta del 9 de noviembre de 1830 al Gral. Juan José Flores.

Es precisamente la bronca de las culturas perdedoras, e ignoradas históricamente en Venezuela lo que ha mantenido a Chávez en el poder. Nadie puede vivir sanamente si por su cuerpo se transmite el odio sordo de la discriminación y del desprecio. Chávez ha sido el catalizador del odio de ambos  bandos. Recibe la rabia de aquella cultura ganadora, eurocentrista, que despreció la herencia africana e indígena durante más de quinientos años y ha sacado provecho de la expoliación acumulada por años de las culturas perdedoras de los  morenos, pardos e indios.

Nadie quiere asumir esta realidad Venezolana que se repite a lo largo y ancho de nuestra América. Nadie quiere enfrentar en problema con amor y dignidad. Mandela lo enfrentó en Sudáfrica, los norteamericanos lo enfrentaron y, hoy la situación ha cambiado en Estados Unidos. Evo lo enfrenta en Bolivia con una brillante campaña de inclusión que describe las virtudes de la diversidad. Pero son sociedades donde el problema es más evidente. En Venezuela hay mestizaje y, ahora, con el discurso disociador de los últimos doce años, el mestizaje dejó de ser una virtud.

Capriles puede entender este problema. Sus abuelos fueron judíos europeos perseguidos y sabe que el racismo y la discriminación pueden tener consecuencias trágicas y que esta bronca «somersa» e inconsciente puede resultar letal. Nuestra mayor tragedia radica en que no somos ni negros, ni blancos, ni indios. Somos como afirmó Uslar “ el único pueblo de la tierra que no sabe lo que es”. Pero todo en esta vida depende de la interpretación que hagamos. Nuestras diferencias y diversidad pueden convertirse en nuestra mayor virtud. Todo en el universo se une con su opuesto, porque es la única manera que tiene la naturaleza para superdotarse.

Entender esto, es la base para ascender un escalón hacia la cima de las posibilidades humanas. Es la síntesis eterna y verdadera. Más allá de los opuestos que sólo se manifiestan en el mundo visible que representa sólo la milmillonésima parte de la realidad atómica. Para asumir el problema planteado en esta reflexión, le sugiero al Gobierno y a la oposición observar detenidamente las movilizaciones políticas del ambos bandos. Estudien las tomas. ¡Vean!

Para terminar, una prueba de que el racismo en Venezuela duró más de cien años después de Bolívar y, si no es suficiente prueba del racismo bolivariano la carta del 9 de noviembre de 1830, un  mes antes de su muerte, debemos aceptar que la inmensa mayoría de los descendientes de las dos culturas perdedoras, aún después de la abolición de la esclavitud por los Monagas, continuaron realizando las mismas labores domésticas que cuando eran  esclavos, esto prolongó, por años, su situación de dependencia y de explotación y despojo. Situación que sólo empezó a cambiar radicalmente, le guste o no a Chávez, con la Cuarta República y con los gobiernos adecos, igualitarios y multirraciales.

Muchos de los actuales ideólogos del chavismo, se formaron en las mejores universidades del mundo gracias a las becas “Gran Mariscal de Ayacucho”. Es verdad, que aquellos gobiernos fallaron en muchísimas áreas. Que, como el régimen actual, cometieron errores y desaciertos, pero es una falsificación histórica afirmar que no hicieron nada. Ya tengo más de sesenta. Cuando era niño, viajaba con mi padre a los llanos apureños y guariqueños. Al caño de la Pica, al Guaritico, al hato de los Ingleses, a la Vuelta del Oso. La Venezuela de mi infancia era todavía “de tierra sin gente y de gente sin tierra”. De niños barrigones con lombrices y descalzos. De lejanías abandonadas. Cuando el golpe de Chávez había otros problemas, pero no era la misma Venezuela.

Habíamos vivido épocas de enfrentamientos políticos que, siempre, son pendulares. Pero es injusto e irreal decir que Venezuela no había cambiado en los años de la democracia. Cambió si, a un alto costo, es verdad. Los que estaban en la lucha política pagaron caro, como ahora los perseguidos. Los Franklin Brito que pagaron con su vida y tantos otros que se han enfrentado a esa “ hermosa y bella Venezuela donde no hay guerra y hay inclusión”. Esa hermosa y bella Venezuela es una realidad parcial. Los Brito, los perseguidos de hoy, no piensan lo mismo, como los perseguidos de ayer. Hemos llegado a un momento de la historia en el cual debemos realizar un salto cuántico hacia una realidad paralela, más universal, integradora y real. Más allá de los opuestos. No nos engañemos, en Venezuela no hay lucha de clases. Hay un enfrentamiento racial y discriminatorio que es la hora de dirimir y detener a toda costa. Allí creo que Capriles y Chávez deben detenerse, mirarse a los ojos y pensar en una Venezuela para TODOS  y de TODOS LOS VENEZOLANOS.

 

Nicomedes Zuloaga P.

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