LA DIETA, EL VICIO Y LA OBESIDAD

Por Nicomedes Zuloaga P. (Arkaúm)

Uno de los procesos degenerativos de la sociedad contemporánea es la corrupción del aparato digestivo y, por ende, de la salud física y mental de los ciudadanos. El aparato digestivo, elemento tierra en la tradición originaria, es el primero de los elementos que, el candidato a la iniciación, debe trabajar. En charlas anteriores explicamos que se trata del centro instintivo y que su corrupción lo convierte en centro portador de muchos vicios. Hoy quiero referirme a la obesidad y a su proceso. A la glotonería, la gula y la ingesta desordenada de alimentos sólidos y de bebidas.
Tan importante es este elemento que tiene como función primordial tomar la energía necesaria para mantener la vida del organismo. Ahora bien, la sociedad actual, con sus cadenas de comida rápida, los azúcares y demás químicos y edulcorantes adictivos ha producido ya varias generaciones de humanos cuyas funciones alimenticias se han pervertido. La gente no come para alimentarse, sino para vencer sus temores, aplacar el stress y la angustia existencial. La sociedad de consumo estimula el consumo de alimentos engordantes y malsanos. Confundimos el hambre psicológica con el hambre fisiológica. La obesidad, por su parte, produce toda clase de enfermedades físicas y mentales.
Lo cierto es que no bastan las operaciones, ni las soluciones fáciles para los obesos. Nos venden productos que prometen adelgazar sin esfuerzo. Son patrañas. El que desea adelgazar está en la obligación de cambiar sus hábitos alimenticios, la ingesta de alcoholes y de bebidas gaseosas y, hasta ciertas amistades o relaciones inconvenientes. Compañeros o compañeras de tragos, etc. No existe tal cosa como adelgazar sin esfuerzo o sin sacrificio. Hay gorditos y obesos que pasan por tremendos sufrimientos y dolores con operaciones que, muchas veces, terminan convertidas en dinero, energía, tiempo y sufrimientos perdidos.
El que quiere adelgazar debe estar dispuesto a cambiar. Nadie que pretenda seguir alimentándose y bebiendo de la misma manera, puede pretender adelgazar y mantenerse delgado. Hay ciertas cosas que debemos saber para iniciar el trabajo sobre el aparato digestivo:
1- Normalmente es el estómago el que nos ordena cuando darle alimento y comida. Esto responde, casi siempre, a mecanismos aprendidos. Hay que entender que el estómago actúa con inteligencia propia e independiente. Así que hay que detener este mecanismo.
2- La única manera para dejar de estar al servicio de la inteligencia del aparato digestivo es desarrollar una férrea voluntad. Además, debemos darle conciencia al aparato digestivo y hacer que nos obedezca.
3- Empezaremos por mantener el hilo de la conciencia mientras comemos. Para esto podemos empezar por alimentarnos con la mano izquierda.
4- Por ningún motivo debemos alimentarnos entre comidas y vencer la compra compulsiva de chucherías.
5- Establecer una estrategia de autodominio dando alimento al estómago, sólo cuando nosotros queremos y no cuando él, el estómago, lo pida. Para esto debemos desarrollar una conciencia observadora y comprender que el estómago es una inteligencia separada y rebelde, así que, nunca más le daremos alimento cuando ella lo pida, sino cuando nosotros decidamos.
6- Aprenderemos a disfrutar del hambre y del placer de dar alimento al estómago cuando nosotros decidamos. También valoraremos las virtudes del hambre. El hambre despierta. Cuando comemos menos, estamos más alertas. Pensamos mejor. También haremos un plan de ayunos voluntarios, cortos, pero estrictos. Estos ayunos pueden ser, simplemente, saltarnos una comida. La intención no es adelgazar con este ejercicio, sino colocar la inteligencia del estómago al servicio de nuestra conciencia. Poner el estómago bajo la rienda de nuestra voluntad. Cada vez que logramos una meta pequeña, sentiremos que estamos derrotando al único y verdadero enemigo en esta vida. A nosotros mismos. Los ayunos voluntarios pueden prolongarse un poco más. Podemos hacerlos una vez por semana. Siempre el mismo día para mantener un ritmo.
7- Cuando vamos a una fiesta o reunión social, podemos decidir no ingerir alcohol. Tomaremos soda o agua con hielo. Poco a poco, nos haremos dueños de nuestro vehículo.
8- Es importante no divulgar nuestro plan. Decirlo hace que perdamos energía. Las contradicciones de los demás afectarán nuestro proyecto. Cualquier persona sana, puede ayunar un día.
9- Cuando se ayuna, hay que tomar agua. Cuando sentimos hambre, podemos aplacarla con agua. No en exceso, pero un vaso pequeño, cuando el hambre se presenta, está bien.
10- Esto no pretende ser una dieta médica, no soy médico, es un proceso para tomar control, por medio de la voluntad, del elemento tierra. Al darle conciencia a nuestro aparato digestivo, por añadidura, perderemos peso.
11- En todo camino iniciático la tierra es el primer elemento que debe trabajarse. En la masonería, por ejemplo, el candidato a la iniciación debe hacer un “viaje al interior de la tierra”. En realidad, en ese elemento, que tiene su correspondencia en el aparato digestivo está la sede de casi todos los vicios que deben vencerse antes de profundizar el los misterios.
12- Es bueno realizar estos trabajos en grupo. Los que participan deben tomar un compromiso consigo mismos para no abandonar. Debemos recordar que las fuerzas oscuras, de los mecanismos inconscientes, de la inercia, siempre están presentes y que toda fuerza en un sentido, genera inevitablemente una fuerza en el sentido contrario.
13- Al tomar dominio sobre el aparato digestivo, se fortalece la voluntad y se desarrolla la conciencia que servirá para tomar, paso a paso, dominio sobre los demás elementos mecánicos que se manifiestan en nuestros otros centros.

Debemos comprender que somos una totalidad de cuerpo visible y de cuerpos sutiles. Estos cuerpos sutiles, a su vez, son el vehículo de nuestra conciencia superior. Lo verdaderamente humano es esa conciencia. Ser invisible que, no es otra cosa, sino la manifestación del Dios en nosotros. Es el puente entre el creador y la criatura. Somos una dualidad que, al realizar nuestro proceso de crecimiento interno, regresa a la unidad. Esto ocurre cuando somos capaces, voluntariamente, de mantener la conciencia unida al cuerpo físico.
Pero esa dualidad, también manifiesta una realidad insoslayable. Habitamos cuerpos de animales humanos, fieras primitivas, por demás degeneradas a causa de la perversión que la educación y la cultura mecánica ha causado en el animal. Sin embargo, como en todo el reino animal, el hombre está regido por una mente colectiva. Este es uno de los grandes secretos y misterios herméticos. Esta alma animal es receptora de toda clase de condicionamientos que nos mantienen alienados, alejados de toda posibilidad de despertar y de vivir en libertad. Esta macabra realidad es tan terrible que vivimos la ilusión de ser libres. De que pensamos y actuamos libremente y que, el libre albedrío, es una realidad. Lo cierto es que no es así. Nuestra cotidianidad está regida por esa alma animal, sede de los mecanismos inconscientes que rigen nuestra vida toda. No sólo nuestros instintos, sino nuestra vida toda, está regida por esos condicionamientos. La única posibilidad de libertad está en vencer esos mecanismos inconscientes. Pero debemos tomar conciencia de la existencia de los mismos; sin embargo, darse cuenta de que vivimos esclavizados es difícil ya que, la conciencia, está fuera de nosotros y es este sueño lo que gobierna nuestras vidas. Para escapar es necesario despertar.
Nuestra personalidad tiene su asiento en esta alma animal. Es allí donde están agazapados, por decirlo así, nuestros vicios y nuestras debilidades. La manifestación del mundo visible y demiúrgico es ese animal que habitamos y que estamos llamados a convertirlo en un ser al servicio de nuestra conciencia y no al contrario que, por lo general, lamentablemente, es lo que ocurre.
Tomar conciencia de la importancia que tiene dominar el gorila en el cual se manifiesta nuestro ser eterno, descubrir el verdadero amor, más allá de la materia, es la verdadera razón para vivir y es lo que garantiza nuestra permanencia ya que, todo lo visible, es impermanente. Esta certeza de la impermanencia del cuerpo físico y del mundo visible debería ser suficiente razón para dedicar nuestra existencia al crecimiento de nuestra conciencia universal y eterna. A la búsqueda del a-mor (sin muerte) que nos guiará más allá de nuestra carne mortal hasta la permanencia.
Lo único que llevaremos al otro lado es nuestra conciencia y lo que nuestras acciones, pensamientos y vida verdaderamente consciente, hayamos acumulado. Lo humano que es sólo esa conciencia. Todas las demás emociones, pensamientos y acciones mecánicas y animales, mueren con el cuerpo físico y, pronto, desaparecen.
El aparato digestivo y su correspondiente elemento tierra es un buen punto para empezar la transformación interna deseada. Mientras más nos intente dominar el estómago, más lejos llegaremos. Mientras más defectos tiene el animal, más herramientas tenemos para crecer y evolucionar. Sin embargo, debemos fortalecer nuestro músculo de la voluntad. El esfuerzo que requiere dominar nuestros instintos.
Arkaúm