Por Nicomedes Zuloaga P. (Arkaúm)
24 reflexión
LOS CELOS Y EL GORILA MODERNO
El otro día escuché una charla grabada muy interesante de Bhagwan Rajneesh, mejor conocido como Osho. El decía que la gente buscaba su pareja, no para ser libre, sino para esclavizarse. Efectivamente eso es lo que ocurre, la gente se une y después, se siente esclava de la relación.
En mi opinión, el concepto de la propiedad privada es lo que, al final, ha terminado por degenerar la esencia de nuestras relaciones en nuestra sociedad occidental. Recordemos que, en las culturas de la escasez, patriarcales, nacidas del desierto y del frío, la propiedad de la tierra era una necesidad de supervivencia. Las escasísimas aguas del desierto, no alcanzaban sino para unos pocos. Aquel concepto de propiedad pasó luego a la mujer y a los hijos. El dueño del otro se convierte indefectiblemente, en esclavo de lo que posee. En muchas oportunidades he dicho que sólo somos dueños de aquello que somos capaces de dejar. De lo contrario, somos poseídos por aquello que creemos poseer. Somos esclavos de nuestras necesidades, si necesitamos tanto al otro, el otro nos posee y, al final, descubrimos que hemos perdido nuestra libertad. Entonces, empezamos de nuevo nuestra búsqueda. Pensamos que nos hemos equivocado de pareja, que no es la persona correcta o nos sentimos culpables y pensamos que hemos actuado mal. No nos damos cuenta que simplemente no buscábamos libertad, sino dependencia y esclavitud.
Por otra parte, las parejas pretenden llegar a la unidad. Eso es imposible en el mundo visible ya que la ley de las manifestaciones en este plano espacial es la dualidad. Una pareja jamás se unirá en el mundo visible. En la carne no hay unidad posible, de allí que se comienzan a establecer relaciones de dependencia, explotación, manipulación e intereses, desvirtuando toda posibilidad de que se manifieste el verdadero amor que pretendían encontrar “uniéndose”.
Ese retorno a la unidad no es posible ni siquiera en la alquimia ya que en la etapa superior de la alquimia hermética, se realiza una unión paradójica. En el proceso alquímico, la unión del alquimista y su soror no se da jamás en el plano del mundo visible. De la entrega y unión de las almas, nace un nuevo ser andrógino que no es, ni existe en este mundo visible. Ese ser andrógino conforma el huevo cósmico del alquimista que se ha unido al alma de su pareja cósmica. Está conformado este ser, por la incorporación del ánima del hombre que es femenina. Allí si hay un regreso a la unidad; sin embargo, hay que aclarar que en esta etapa superior de la alquimia hermética, también la “soror” o compañera recibe su ánimo del hombre, ya que el animo de la mujer es masculino y así quedan conformados dos huevos cósmicos, independientes y andróginos. Unidos y separados para siempre. Es el regreso a “dos” unidades paradójicas. Esta unión, verdaderamente espiritual, es la culminación de la Gran Obra. Sólo regresamos a la unidad con esta muerte de la personalidad, muerte del “self” en la naturaleza visible del hombre y de la mujer.
Sin la muerte de la personalidad y el retorno a la unidad andrógina en el mundo invisible, no hay posibilidad de salvación, ni mucho menos, de libertad. Cuando no hay libertad lo que reina es la propiedad privada, esa distorsión nacida de la escasez.
Es una ingenuidad pensar que basta, para lograr la disolución de la personalidad, hacer largas meditaciones y silencios. Todo esto sirve para ayudarnos a descubrir al Dios dentro de nosotros. Pero, a menos que vivamos retirados en una montaña, al entrar en contacto con la cotidianidad, se manifestarán todos nuestros mecanismos inconscientes e irreductibles. El concepto de propiedad sobre la mujer, los hijos y la tierra, esa degeneración desértica, se manifestará y con esta, los celos.
Los celos son una enfermedad del aparato respiratorio. Recordemos que el elemento aire, desde el punto de vista de la Tradición Originaria, tiene su centro en este aparato. Ese centro, rige nuestra imaginación y nuestros pensamientos. El dominio de nuestra imaginación es básico para vencer los celos. El celoso o la celosa, debe tomar conciencia del hecho indiscutible de que su imaginación se ha pervertido, ya que siempre imagina a su pareja sexando con “el otro” o “la otra”. Los celosos son peliculeros irreductibles. Se pasan permanentemente la película de su pareja “su propiedad” relacionándose sexualmente con otro. Si tomamos conciencia de esta perversión imaginativa y hemos meditado, podemos utilizar estas técnicas para detener el flujo de nuestros mecanismos imaginativos perversos. Esto podrá ayudarnos a vencer al animal que habitamos. Me refiero al cavernícola. Al gorila que, a causa de los celos, es capaz de asesinar, de matar, de destruir. Si vivimos desde la conciencia, descubriremos que somos dueños de un gorila y no al contrario. Entonces bloquearemos los pensamientos y la imaginación pervertida, antes de que se manifieste la bestia.
Si observamos a un celoso o celosa hablando y despotricando, descubriremos, en su discurso, las imágenes pervertidas que pasan por su mente y la absurda sensación de “propiedad” sobre el otro o la otra. Al gorila, sólo se vence desde la altura de mira de una conciencia elevada. Sólo vencemos nuestros mecanismos asumiendo nuestra debilidades y adelantándonos a la manifestación animal, observando al cavernícola. Lo demás es fantasía. He visto gente que medita largas horas, iracundo ante la “perdida” de una “propiedad”. Hombres cultos y educados, supuestamente civilizados, convertidos en gorilas o trogloditas, transformados repentinamente en criminales y asesinos. Listos ante la mirada atónita de los presentes, para aniquilar y matar “por amor”.
Repito es una ingenuidad pretender desarmar al troglodita haciendo Vipassana. Eso sirve como herramienta, pero es sólo eso. Hay que conocer al gorila, hacer un mapa de los disparadores de sus emociones animales y salvajes.
¿Cómo es el gorila?
El gorila moderno, metropolitano, salvaje, de la jungla citadina, centra su vida en la imagen, la importancia personal y el ego. Es decir, en ciertos atributos de la personalidad que, de manera satánica, le fueron inculcados como valores por la civilización pervertida que lo educó para “vencer”. Venciendo al verdadero ser, desde la raíz misma de la verdadera existencia en libertad. Esclavizándolo a sus mecanismos animales. Esclavizándolo a todo lo que cree ser y poseer. Para salvarse, el mono civilizado, tiene que empezar por vencer todo lo que cree que es. En otras palabras, sólo se salva el que ha muerto en su personalidad, en su “self”. Este concepto es común a la tradición originaria de todas las latitudes.ARKAÚM
24 reflexión
LOS CELOS Y EL GORILA MODERNO
El otro día escuché una charla grabada muy interesante de Bhagwan Rajneesh, mejor conocido como Osho. El decía que la gente buscaba su pareja, no para ser libre, sino para esclavizarse. Efectivamente eso es lo que ocurre, la gente se une y después, se siente esclava de la relación.
En mi opinión, el concepto de la propiedad privada es lo que, al final, ha terminado por degenerar la esencia de nuestras relaciones en nuestra sociedad occidental. Recordemos que, en las culturas de la escasez, patriarcales, nacidas del desierto y del frío, la propiedad de la tierra era una necesidad de supervivencia. Las escasísimas aguas del desierto, no alcanzaban sino para unos pocos. Aquel concepto de propiedad pasó luego a la mujer y a los hijos. El dueño del otro se convierte indefectiblemente, en esclavo de lo que posee. En muchas oportunidades he dicho que sólo somos dueños de aquello que somos capaces de dejar. De lo contrario, somos poseídos por aquello que creemos poseer. Somos esclavos de nuestras necesidades, si necesitamos tanto al otro, el otro nos posee y, al final, descubrimos que hemos perdido nuestra libertad. Entonces, empezamos de nuevo nuestra búsqueda. Pensamos que nos hemos equivocado de pareja, que no es la persona correcta o nos sentimos culpables y pensamos que hemos actuado mal. No nos damos cuenta que simplemente no buscábamos libertad, sino dependencia y esclavitud.
Por otra parte, las parejas pretenden llegar a la unidad. Eso es imposible en el mundo visible ya que la ley de las manifestaciones en este plano espacial es la dualidad. Una pareja jamás se unirá en el mundo visible. En la carne no hay unidad posible, de allí que se comienzan a establecer relaciones de dependencia, explotación, manipulación e intereses, desvirtuando toda posibilidad de que se manifieste el verdadero amor que pretendían encontrar “uniéndose”.
Ese retorno a la unidad no es posible ni siquiera en la alquimia ya que en la etapa superior de la alquimia hermética, se realiza una unión paradójica. En el proceso alquímico, la unión del alquimista y su soror no se da jamás en el plano del mundo visible. De la entrega y unión de las almas, nace un nuevo ser andrógino que no es, ni existe en este mundo visible. Ese ser andrógino conforma el huevo cósmico del alquimista que se ha unido al alma de su pareja cósmica. Está conformado este ser, por la incorporación del ánima del hombre que es femenina. Allí si hay un regreso a la unidad; sin embargo, hay que aclarar que en esta etapa superior de la alquimia hermética, también la “soror” o compañera recibe su ánimo del hombre, ya que el animo de la mujer es masculino y así quedan conformados dos huevos cósmicos, independientes y andróginos. Unidos y separados para siempre. Es el regreso a “dos” unidades paradójicas. Esta unión, verdaderamente espiritual, es la culminación de la Gran Obra. Sólo regresamos a la unidad con esta muerte de la personalidad, muerte del “self” en la naturaleza visible del hombre y de la mujer.
Sin la muerte de la personalidad y el retorno a la unidad andrógina en el mundo invisible, no hay posibilidad de salvación, ni mucho menos, de libertad. Cuando no hay libertad lo que reina es la propiedad privada, esa distorsión nacida de la escasez.
Es una ingenuidad pensar que basta, para lograr la disolución de la personalidad, hacer largas meditaciones y silencios. Todo esto sirve para ayudarnos a descubrir al Dios dentro de nosotros. Pero, a menos que vivamos retirados en una montaña, al entrar en contacto con la cotidianidad, se manifestarán todos nuestros mecanismos inconscientes e irreductibles. El concepto de propiedad sobre la mujer, los hijos y la tierra, esa degeneración desértica, se manifestará y con esta, los celos.
Los celos son una enfermedad del aparato respiratorio. Recordemos que el elemento aire, desde el punto de vista de la Tradición Originaria, tiene su centro en este aparato. Ese centro, rige nuestra imaginación y nuestros pensamientos. El dominio de nuestra imaginación es básico para vencer los celos. El celoso o la celosa, debe tomar conciencia del hecho indiscutible de que su imaginación se ha pervertido, ya que siempre imagina a su pareja sexando con “el otro” o “la otra”. Los celosos son peliculeros irreductibles. Se pasan permanentemente la película de su pareja “su propiedad” relacionándose sexualmente con otro. Si tomamos conciencia de esta perversión imaginativa y hemos meditado, podemos utilizar estas técnicas para detener el flujo de nuestros mecanismos imaginativos perversos. Esto podrá ayudarnos a vencer al animal que habitamos. Me refiero al cavernícola. Al gorila que, a causa de los celos, es capaz de asesinar, de matar, de destruir. Si vivimos desde la conciencia, descubriremos que somos dueños de un gorila y no al contrario. Entonces bloquearemos los pensamientos y la imaginación pervertida, antes de que se manifieste la bestia.
Si observamos a un celoso o celosa hablando y despotricando, descubriremos, en su discurso, las imágenes pervertidas que pasan por su mente y la absurda sensación de “propiedad” sobre el otro o la otra. Al gorila, sólo se vence desde la altura de mira de una conciencia elevada. Sólo vencemos nuestros mecanismos asumiendo nuestra debilidades y adelantándonos a la manifestación animal, observando al cavernícola. Lo demás es fantasía. He visto gente que medita largas horas, iracundo ante la “perdida” de una “propiedad”. Hombres cultos y educados, supuestamente civilizados, convertidos en gorilas o trogloditas, transformados repentinamente en criminales y asesinos. Listos ante la mirada atónita de los presentes, para aniquilar y matar “por amor”.
Repito es una ingenuidad pretender desarmar al troglodita haciendo Vipassana. Eso sirve como herramienta, pero es sólo eso. Hay que conocer al gorila, hacer un mapa de los disparadores de sus emociones animales y salvajes.
¿Cómo es el gorila?
El gorila moderno, metropolitano, salvaje, de la jungla citadina, centra su vida en la imagen, la importancia personal y el ego. Es decir, en ciertos atributos de la personalidad que, de manera satánica, le fueron inculcados como valores por la civilización pervertida que lo educó para “vencer”. Venciendo al verdadero ser, desde la raíz misma de la verdadera existencia en libertad. Esclavizándolo a sus mecanismos animales. Esclavizándolo a todo lo que cree ser y poseer. Para salvarse, el mono civilizado, tiene que empezar por vencer todo lo que cree que es. En otras palabras, sólo se salva el que ha muerto en su personalidad, en su “self”. Este concepto es común a la tradición originaria de todas las latitudes.ARKAÚM